Blog creado especialmente para la publicación de textos escritos por alumnos en clases de Teoría Literaria I de Universidad de las Américas sede Santiago Centro durante el año 2013. Invito a los alumnos, independiente de su año de estudios o egreso y a cualquier persona que por "coincidencia" encuentre este blog, sentirse libres de opinar en este lugar del ciberespacio. Literatura es un campo amplio y ambiguo, por lo tanto, no existe opinión errada, solo algunas más acertadas que otras.

sábado, 27 de abril de 2013

El fundamento en la noche


Por Claudia Gómez

¿Hacia dónde podría volverse el dios a la hora de su retorno?
Martin Heidegger.

Heidegger comienza su filosofía a partir del poema “Pan y vino” de Hölderlin, él presenta una pregunta esencial para comprender su texto: ¿Y para qué poetas en tiempos de penuria?, comienza su análisis con la palabra tiempo, que engloba la época que hoy vivimos, la cual está marcada de forma lineal desde la vida y muerte de Cristo. A partir de esta significación que Heidegger le da a tiempos dentro del cuestionamiento de Hölderlin, se puede hacer una analogía con el título del poema “Pan y vino” y la cena que Dios hace con sus discípulos, en donde beben vino y comen pan. Dios anuncia la traición que uno de sus discípulos y hablará posteriormente sobre su muerte: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”[1]. Entonces haciendo la comparación del título del poema, junto con la pregunta en cuestión, y el análisis de tiempo según Heidegger, podemos entender que a partir de la muerte de Cristo, se da inicio a una nueva forma de concebir la vida, una vida sin Dios o la falta de dioses. Así también el poema demuestra esta nueva era con la ascensión de los “que alegran la vida, cuando el padre retiró su rostro de los hombres, Y la aflicción comenzó con todo derecho sobre la tierra”(Holderlin Friedrich, “Pan y vino”).
Sin embargo, Heidegger nos dice que a partir del sacrificio de Cristo en la cruz, se inaugura, (dentro del poema de Hölderlin) el fin de la triada de dioses: Hércules, Dionisio y Cristo, pero ¿Cuál es el problema de que estos “tipos” de dioses falten en la humanidad? La respuesta se ha dado a lo largo de la historia, guerras mundiales, depresiones económicas actualmente los atentados, etc., se producen porque las personas buscan dar respuesta y encontrar consuelo a la problemática del no tener en qué creer, el hecho de no saber a quién rezar o sostener sus pensamientos ha hecho que llegue un caos dentro de la sociedad, ya sea sicólogos, biólogos o físicos, muchos buscan aquellas respuestas en templos religiosos, grupos de afinidades intelectuales, deportes que dan armonía y equilibrio al cuerpo, etc.
 Para Heidegger la falta de dioses no significa que no exista una relación cristiana, sino que ésta relación no ha logrado reunir a los hombres en una sola manifestación, lo que hoy se demuestra son las divisiones de creencias religiosas, la disputa de la verdad entre ellos y la no afinidad  entre los hombres. El filósofo da luces que, con el inicio de esta nueva era sin Dios comienza un atardecer que llega muy rápidamente al anochecer, la humanidad ahora se encuentra a oscuras, en penuria y en el ocaso, se apaga la divinidad de los dioses, lo que provoca que las personas huya, se arrojen y adhieran a cualquier creencia que les parezca placentera y llenen sus emociones.
Cuando en el hombre manifiesta que carece de dioses, comienza a quedar sin fundamentos, sin confianza, sin amparo, sin respuestas, es ahí donde pierde su esencia. El hombre, el mundo, penden en el Abismo. Sin embargo que la humanidad entera esté pendiendo del abismo puede sonar chocante y muchas veces provoca dentro de la sociedad una desesperación y angustia, pero según Heidegger a veces es necesario llegar a este abismo para poder adecuarnos, entender y experimentar la noche, es decir, que el hombre debe aprender a vivir con esta falta de dioses, aprender a andar en la oscuridad, agudizar los sentidos, ya que, sin esto el hombre no podrá sobrevivir al cambio de mundo, solo la experiencia que adquirirá con la ausencia, logrará que se preparen para la llegada de los dioses, así retomar todas aquellas creencias que pensaron que estaban olvidadas o desmentidas.
“¿Hacia dónde podría volverse el dios a la hora de su retorno, si previamente los hombres no le han preparado una morada? ¿Cómo podría nunca un lugar ser adecuado al dios si previamente no ha empezado a brillar un esplendor de divinidad en todo lo que existe?”[2].Muchas veces el hombre cae en el olvido del ser, su afán en la vida diaria lo distrae de lo verdaderamente importante. En el extracto del poema, se evidencia lo que Dios en su retorno hará con la penuria que viven los hombres: “él reconcilia el día con la noche”, en donde día es la luz de divinidad de Dios y la noche es la aflicción del hombre falto de Dios. Esta reconciliación solo se hará efectiva cuando el hombre, llegue al abismo y se reconozca como una persona viva que logró sobrevivir a la noche. “Los dioses que estuvieron antaño aquí solo retornan en el momento adecuado, esto es, solo volverán cuando las cosas relativas a los hombres hayan cambiado en el lugar correcto y la manera correcta” (Heidegger Martin, 1996b, pp. 241-289). Para el pensamiento Heideggeriano el olvido es nuestro presente, (el cual está marcado por la huida de los Dioses, mencionando anteriormente) mientas que la ausencia implica lo que puede ser y lo que podría haber sido desde el punto de vista de la partida y la llegada de los dioses
        El filósofo define dos formas de ser de la ausencia. La primera es a partir de las huellas, Hölderlin en su poema se refiere a las huellas como rastro que Dionisio y Cristo han dejado en la humanidad, huellas que responden al vino y al pan respectivamente, el primero está relacionado con la alegría y en segundo está relacionado con la bendición en la tierra y su riqueza natural, el cual es como define el poeta como “bendito por la luz”. Ambas huellas quieren lograr y tienen como dirección la comunión de los hombres, para que gracias a ellas formarán o crearán un “hogar limpio” para el retorno de los Dioses.
El pan y el vino reflejan al hombre en época y en su condición de miseria. Entonces la tarea del hombre y también la del poeta es vivir en el olvido pero recordando el olvido, esa contradicción producirá que el hombre viva y perciba la noche como “sagrada”, en donde los humanos puedan experimentarla, sentirla y superarla de una manera más trascendental.
Ahora bien, ser poetas en tiempo de penuria, quiere decir, que el poeta deber ir detrás de estas huellas anteriormente expuestas, el poeta debe habitar en la presencia de los dioses, hacer morada para ellos. La poesía es el fundamento que hace a la historia un hecho importante, no es meramente un adorno o un embellecimiento como algunos dirán, sino que el lenguaje que proporciona el poema, acompaña y soporta al poeta y los hombres en la lucha contra el abismo que se produce en la noche. La poesía es la salvación del hombre dentro de la penuria.




[1] La Biblia, San Lucas. Capítulo 22, Versículos 19 y 20
[2]Heidegger Martin, ¿Y para qué poetas?, Traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte, en HEIDEGGER, M., Caminos de bosque, Alianza, Madrid, 1996a, pp. 241-289. Rilke

Un mundo de poetas de verdades falsas


Por Jannis Navarro

-Heidegger ¿Heidegger? ¡Heidegger!
Cómo poder comprender aquél pensamiento en donde los artistas se desnudan y revelan lo más profundo de su ser, es aquel ser, el ser más perfecto dentro de los seres o será más bien un hecho puntual centrado en un momento determinado por el cual pasan esos artistas en la búsqueda inalcanzable de obtener la verdad absoluta, quizás al escribir sobre ¿Y para que poetas?[1] Heidegger nos adentra en un mundo nuevo, en un mundo donde los poetas –desde la mirada del autor– nos dicen el motivo o la razón del contexto de producción en el que realizan sus obras.
Entonces surge la pregunta ¿Para qué poetas en tiempos de penuria? El filósofo nos adentra en esta gran duda para hacer reflexionar acerca del modo de escritura, se pueden decir entonces dos acepciones sobre el primer punto que toca el texto: es la penuria esa carga emocional y determinante que posee el poeta al momento de escribir lo que controla todos los movimientos de su poema, o es el poema por sí mismo el que controla los movimientos de su propio autor. La respuesta es una sola: el lenguaje utilizado, cada palabra que se propone de forma explícita e implícita opaca al autor, después del creador lo que queda no es más que su palabra, lo que queda delante de los ojos son cada vocal y consonante que en una especie de música clásica, envuelve al texto y lo eleva a una mayor categoría, no hace que se derrumbe dentro del abismo (otro término heideggeriano) en el que puede caer un simple poeta-mortal, el lenguaje sobrepasa a todo aquel que se quiere mostrar como terrenal, lo humano desde éste punto queda obsoleto, el humano no es más que el cuerpo, el envase que va a servir para la creación, pero que después es superado y enterrado por la obra.
Cómo explicar esto dentro de un lenguaje disciplinar acorde a una clase pedagógica, entendiendo que cada persona posee un modo de interpretar la realidad de un poema de forma distinta. Si miramos una manzana, en ella podemos encontrar figura, color, sabor, aroma, etc., y dependiendo de la persona sus rasgos podrán considerarse como algo verdadero y auténtico o una simple copia y normal, ahora si colocamos un poema también va a poseer todas esas características y formas de ser observado. ¿Cómo puede ser eso posible? Cuando el poeta-inmortal escribe, pone todo esto dentro de la balanza, sus fuerzas toman peso dentro de dos corrientes con turbulencias que se contraponen entre sí para poder tener esas alas que los llevarán al éxtasis literario con el fin único de comprender o descomponer todo lo que se nos ha mostrado como verdadero, en este caso se creará aquella obra capaz de obtener dentro de todas sus características las mismas propiedades de la manzana real/ficticia, verdadera/falsa, a pesar de que solo quedarán de forma permanentes aquellas creíbles y perfectas.
La verdad desde la mirada de un poeta-mortal, solo será superficial, reproductivo y de masas, la verdad de un poeta-inmortal es profunda, productiva y solitaria. Solo algunos pocos, que  la gente llama genios alcanzan esta fuerza casi caída del Olimpo, ¿Será acaso que la penuria, el abismo, la balanza deben estar dentro del poeta para poder escribir aquella obra maestra? Desde el existencialismo estos límites de los seres humanos que los encierra y encasilla a estar solos y ver la soledad como un hecho puntual para la confección y construcción del pensamiento ayudan a la creación de las obras. El artista es el único que puede dar respuestas de su creación, el por qué crear dentro de la soledad o en la angustia a pesar de estar consciente de que caerá en un riesgo como dice Heidegger, existe una atracción entre la liberación y el riesgo, nos dice que la liberación que posee el poeta al momento de escribir, es lo único que trae consigo como más riesgo, como un círculo, una necesidad constante de poseer una libertad que aunque suene redundante solo lo logra con la liberación de algo más riesgoso que lo llevará a la inspiración óptima para concretar sus ideas, a pesar que la psicología nos habla de seres que necesitan estar en constante contacto con otros, por lo mismo un ser individual no tiene cabida en un mundo que aparenta ser unido, ya que inmediatamente es considerado como una poeta-inmortal anormal.
El autor también nos habla del mundo y quienes son los que lo conforman, dentro del contexto de la creación de los textos, términos como lo abierto y lo cerrado ayuda a comprender este punto del filósofo, nos dice que dentro de lo cerrado encontramos elementos como el cielo o el aire que desde una mirada simple pueden estar considerados inmersos en lo abierto, pero esto no ocurre, él los considera como parte de lo cerrado, ya que define como lo abierto a los sentimientos, es decir, aquella sensación y/o adoración que poseen las personas por otro ser de igual condición o un ser superior y a lo cerrado como algo más tangible y concreto.
Para concluir podemos decir que el pensamiento heideggeriano, posee varias claves y/o conceptos que ayudan a comprensión del por qué los poetas escriben, si bien sus formas pueden estar un poco difusas y confusas, con un mayor análisis se puede concebir su pensamiento e internalizarlo para aproximarse a un consenso y descifrar ésta interrogante, es decir,  brinda una ayuda para poseer una postura frente al texto leído y así internalizando y obtener respuestas que a veces en un lenguaje cotidiano no se encuentran.


[1] Martín Heidegger, Traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte, en HEIDEGGER, M., Caminos de bosque, Alianza, Madrid, 1996, pp. 241-289.

viernes, 26 de abril de 2013

La indigencia del tiempo, es lo que enriquece al poeta


Por Daniela Pérez

“Poetas, despertad de su letargo
a todos los que duermen todavía. Dadnos leyes
y dadnos la vida, oh héroes. ¡Y venced!
Pues como Baco tenéis derecho a la victoria”
Hölderlin (A nuestros grandes poetas)


En el siglo XX nos encontramos con personajes que marcaron un hito en el pensamiento de la época. Por un lado tenemos al filósofo Martín Heidegger y al poeta Friedrich Hölderlin. ¿Qué tienen de común ambos hombres? Para Heidegger la poesía, la verdadera poesía, tiene respecto de las demás expresiones artísticas una ventaja en relación con  la verdad. Es por eso que cuando nos involucramos con este filósofo, encontramos un estilo oscuro, complicado e innovador.  Heidegger considera a Hölderlin el poeta de poeta, porque hace poesía de la propia poesía. Dada esta situación no deja de llamar la atención la relación entre la figura de Heidegger y la poesía de Hölderlin.
Dentro de la poesía de Hölderlin existe una serie de signos, que no necesariamente se deben interpretar de manera objetiva, ya que se encuentran expresados en un lenguaje difícil de traducir, como lo podemos ver en su elegía “Pan y vino”. En esta, si empezamos a analizar su título, podemos darnos cuenta que existe una relación y un dialogo con la Teología. La última cena como la conocemos habitualmente. Sin embargo el pan y el vino que se nos ofrece, es para invitarnos a la primera cena donde encontramos lo dionisiaco y lo apolíneo. Como lo menciona Hölderlin en su elegía: “Pan es el fruto de  la tierra pero es  bendito por la luz, y del Dios tronador viene la alegría del vino”. Es por eso que el vino debe guardarse en ánforas sagradas y estas ánforas son los poetas que guardan el vino de la vida.
A medida que avanza la elegía, la noche mencionada sufre una metamorfosis espiritual. Primero nos encontramos con una noche física o real que camina a una noche más humana, para transformarse finalmente en una noche espiritual. Una noche del olvido, pero percibida como esperanza.  El fruto de ese olvido ofrecido por la noche, y que no es simplemente opuesto al recuerdo. No se trata de olvidar el pasado. En esta noche del olvido descansa una ciudad, evocando  música que a su vez es el amor y la soledad. Pero también Hölderlin la nombra como la “entusiasta”, entonces ya la noche evoca a Dionisio, quien era considera por la cultura griega como un extranjero. Más adelante se nombra a la noche como extranjera entre los hombres. Nietzsche nos habla que, bajo la magia de lo Dionisiaco, no solo se renueva la alianza entre los hombres, también la naturaleza celebra su fiesta de reconciliación con su hijo perdido, el hombre.
Otra imagen en la elegía es la antigua Grecia, el recuerdo de lo clásico. Una presencia que a la vez es ausencia. Ahora existe la plenitud del día, la Grecia ante nuestros ojos. Donde están los templos, el oráculo con sus sentencias, los dioses y sus designios. Pero el recuerdo de los dioses culmina, hay una ausencia de lo evocado. Pero ¿dónde están? Existe un fin de la manifestación divina, el fin del día de los dioses; un olvido sagrado. Sin embargo el recuerdo  de lo ausente no termina con la huída en el pasado, ni con la ilusión de repetirlo, sino con un saber claro del presente. Como consecuencia si podemos olvidarnos de los dioses es porque ellos se han ido.
¿Para qué poetas en tiempos escasos? es lo que se pregunta Hölderlin, y es ahora donde entra Heidegger a responder tal interrogante en su texto ¿y para qué poetas? La palabra tiempos hace alusión a la era en que pertenecemos aún. Ahora bien, con la venida y el sacrificio de Cristo se inaugura el fin del día de los dioses. Entonces atardece y declina hacia la noche. Ahora esta noche extiende sus tinieblas, y en la falta de dios se anuncia algo mucho peor. Ya que no solo han huido los dioses y el dios, sino que se ha apagado el resplandor de la divinidad. Esa noche del mundo es el tiempo de penuria, donde se es tan pobre que no se puede percibir la falta de Dios como una falta.
Largo es el tiempo de penuria de la noche del mundo nos dice Heidegger, pero esta noche tiene que llegar primero a su propio medio, entonces en la media noche de esa noche es cuando reina la mayor penuria del tiempo. No obstante, no podemos pensar solamente en la noche del mundo como un destino que acontece más acá del pesimismo y optimismo. Ya que no se logra nada si no se produce un cambio entre los mortales, y ese cambio solo se produce cuando se encuentran los mortales con su propia esencia.  Las palabras de Heidegger son claras cuando dice “Los poetas son aquellos mortales que, cantando con gravedad  al dios del vino, sienten el rastro de los dioses huidos, siguen tal rastro y de esta manera señalan a sus hermanos mortales el camino hacia el cambio”.
Los dioses huidos han dejado un elemento como rastro, ese en lo que la propia divinidad está todavía presente, es lo sagrado, el éter. Heidegger dice que ser poeta en tiempos de penuria significa, prestar atención al rastro de los dioses huidos, de esta manera el poeta dice lo sagrado en la época de la noche del mundo. Por eso, la noche del mundo, es la noche sagrada.  Se espera que los poetas en tiempos de penuria expresen poéticamente la esencia de la poesía. Y nosotros, debemos aprender a escuchar el decir de estos poetas.
         Heidegger dice que existe un poeta que ha experimentado la penuria del tiempo, y este es Rainer María Rilke. Pero los tiempos no son solo de penuria por el hecho que haya muerto Dios, sino más bien porque los mortales ni siquiera conocen su propia mortalidad ni están capacitados para ello. Heidegger aclara que los mortales todavía no son dueños de su esencia. De esta manera el tiempo es de penuria porque le falta el desocultamiento de la esencia del dolor, la muerte y el amor.  Rilke ha experimentado poéticamente a su manera ese desocultamiento de lo ente. Y Heidegger lo analiza en unos “Versos improvisados” de Rilke, versos en los que el poeta nos abre una visión a partir por la cual podemos ser capaces de pensar más claramente su poesía. La comparación destacada en el poema de Rilke es ser-hombre frente a otros seres, esos que son diferentes (plantas y animales)  a la vez son iguales en la media que coinciden en lo mismo. Eso mismo es la relación que guardan como entes y su fundamento es la naturaleza.
La naturaleza nombra al ser en el sentido de lo ente en su totalidad. Rilke llama a la naturaleza fundamento originario, en la medida en que es el fundamento de ese ente que somos nosotros mismos. De esta forma el hombre llega más profundamente al fundamento de lo ente que ningún otro ente. La naturaleza nos arriesga, y en lo más profundo de nuestro ser, marchamos con ese riesgo. Hasta nos arriesgamos más que la propia vida y eso nos crea seguridad. El ser es el riesgo por excelencia, nos arriesga a nosotros, los hombres. En la medida en que Rilke representa la naturaleza como riesgo, la piensa metafísicamente a partir de la voluntad. De esta manera lo arriesgado es, en cuanto a ente, algo querido inscrito dentro de la voluntad .En otro poema de Rilke llamado “Gravedad” dice que el riesgo es la fuerza de gravedad, esta es el centro de lo ente en su totalidad; el inaudito centro.
Finalmente podemos darnos cuenta que la elegía de Hölderlin es un texto que aloja más de un discurso. Que no pretende entregarnos información de manera literal, al contrario nos introduce en un nuevo mundo, pero a la vez sin despegarnos de la cultura misma. Pero lo maravilloso de estos textos y sus autores, tanto Hölderlin, Heidegger y el mismo Rilke, es que el  sujeto que decida  dialogar con ellos no puede considerarse un crítico ingenuo porque la complejidad y estética de estos textos es de tal magnitud que no pretenden una correcta interpretación de ellos. Sino que un reconocimiento de un área de sombra en la obra. 

Los poetas de los dioses

Por Francisco Jiménez
Dios se muestra en el ser de todo cuanto es, LA LUZ DEL SER, se
manifiesta como condición de posibilidad para llegar a ser auténtico sujeto.
Joaquín Silva.
Dios en el pensamiento de M. Heidegger1.

El ambiente  carnavalesco es una característica que perdura desde los tiempos de los griegos y sigue en la palestra con las fiestas nocturnas de todas aquellas personas que llevan ese tipo de vida ligada a Dionisio, el Dios de esta forma de alegría nocturna; y ¿por qué alegría?. Todo por la razón de sentirse en plena juventud por siempre, el vigor de la supremacía de quienes se rigen ante la ayuda del amparo de Dionisius, que es manifestada a través de estos verdaderos carnavales de gozo eterno. Una copia de las extravagantes y desmesuradas fiestas vividas por los mismos dioses del gran Monte Olimpo.
Cuando hablamos de la noche se nos viene a la cabeza, la oscuridad, la barbarie, la permanente amenaza de que nos suceda algo, el terror de no poder vislumbrar correctamente así como en el día; esta es una característica antigua que se hace presente hoy. Pero remontémonos unos siglos atrás, donde la llegada de la noche era una forma de volver a nacer, el culto al dios del vino y las fiestas era lo que reinaba en aquel entonces y para hacer más venidera la fiesta, abundaba de principio a fin la bebida y luego la embriaguez, que era representada como el éter de los dioses o el vino para nosotros; que según quienes gozaban de él, lograban la alegría plena para sortear el tiempo que permanecían en el carnaval de la Magna Grecia. Al beber de este éter (vino), los hombres creían convertirse en semidioses y así conseguir algo más que una buena estancia terrenal: la juventud eterna, tan ansiada por tantos siglos y por muchos. Bebiendo de este néctar supremo, lograban encender la incandescente llama de la vida, que llamaba a cambiar los temores nocturnos por la viveza del día.
Aquellas personas que viven la intensidad de lo carnavalesco, las actuales, son los poetas que iluminan nuestro pensar, nuestras vidas y nos sacan de lo común hacia un mundo en el cual logremos adentrarnos a vivir una suerte de fiesta griega, donde las palabras que leemos son el verdadero éter de los dioses, el vino que nos llena de juventud y sacia nuestra sed de haber pertenecido alguna vez a esa esplendorosa cultura griega (una representación). Quienes nos transmiten eso son los propios poetas, que en el lenguaje poético de Pan y vino  son los sacerdotes sagrados del dios del vino que nos dan a probar por medio del lenguaje su brebaje (poemas).
La noche es un problema que nos llama a meditar, a meditar la carencia de luz, a suplir de alguna forma esta falta de…, esto nos lleva a la presencia del abismo que surge por la falta de la luz y por consiguiente pasamos a una suerte de carencia de Dios, donde se nos desmorona la cuidad de lo espiritual, es un miedo que se da de forma inminente, más bien es algo que nos hace falta para poder vivir. Cuando un poeta recién comienza a escribir, entramos en la creación de este éter que nos hará volver desde el tártaro en el que caemos cuando desaparece la presencia de los dioses (para Grecia), de Dios (para nosotros). Al cabo de tener ya formado un corpus, o cuando obtienen la mayoría de los ingredientes para formar el néctar de la vida de la juventud eterna; es aquí donde nos toca el pensamiento, la introspección filosófica.
¿Acaso el hombre alguna vez no se ha preguntado, no se ha cuestionado acerca de su existencia, no se da cuenta de que realmente falta algo para complementar su vida?. La carencia principal del hombre es creer que Dios lo ha abandonado, él sin Dios es solo un ente (una cosa insignificante, sin sentido); es un objeto que vaga por el mundo sin dirección ni rumbo fijo, de aquí nace la interrogante de su existencia, pues entra en un estado de éxtasis en el cual no diferencia realidad con cualquier otro tipo de mundo en el cual él crea que está inmerso. La duda que se puede plantear el hombre es innata, por naturaleza habrá un instante en la vida en la que dude de su existencia, donde sepa que falta un algo, un complemento para ser un todo.
Diferente es el estado en el cual ya se puede observar un cambio, el que es realizado por la entrega del éter de la vida, un poema ya terminado, donde el hombre alcanza su verdadera esencia, se logra conectar y puede verificar que ya tiene propio sentido de existencia; cuando alcanza esto ya puede recibir el nombre de ser, que es el propio lenguaje hecho carne, por medio de él mismo ya se puede entregar un verdadero y propio significado personal: el hombre es lenguaje per se.
La presencia de divinidades hace que el hombre vacile en cuanto a su existencia, pues sin ellas va y viene desde el cielo, donde están los dioses, hasta el Tártaro, donde se encuentra el Hades; es decir un limbo en donde se juega la vida y la muerte. Es un círculo vicioso que hace plantearse constantemente la interrogante de la propia existencia humana, el poeta dice que la totalidad de la figura humana es el conjunto de ser y ente.
El ser complementa la idea de ente ya que para alcanzar la categoría de ser, se necesita esa parte que todo lo duda, que se rige de interrogantes que hagan meditar y alcanzar la respuesta necesaria para no seguir dándole vueltas al tema. Por otra parte el ente también complementa al ser, ya que el ser es la parte cuerda de la persona y el ente es como la  parte vacilante de ella; al momento de la unión, cuando se produce el contacto con la bebida de la vida de la juventud eterna, que además sirve como pegamento para la unión de las apartes en cuestión, se forma el SER completo y complementado.
Según Heidegger, Rilke es el verdadero complemento que se da para entender la interrogante ¿para qué poetas en tiempos de penuria?, debido a que él es quien da cabida a la verdadera respuesta poética, es decir encontró la clave para saber que los tiempos de penurias son aquellas etapas de vacilación en la que se pueden ver envueltas las personas y los mismos poetas, cuando no encuentran el rumbo correcto de sus dichos. La poesía de Rilke es la respuesta a todo tipo de vacilaciones, de contrapiés que existan, así como la palabra abismo en la que literalmente uno vacila cuando está falto de algo, donde ese algo puede convertirse en la pieza del rompecabezas que jamás será encontrada, es decir, si no bebemos del elíxir que nos salvará, las propias palabras de los poetas, podemos sucumbir ante la posibilidad de encontrarnos en un camino errado de la vida y caer al vacío que nos espera en la parte culmine del abismo.
El tipo de abismo en el que podemos estar sometidos es al que se manifiesta de forma literal en los significados de la palabra: falta o ausencia de fundamentos. Todo lo anterior se puede resumir en la inmanente falta de ese complemento que nos hace pensar y creer en la existencia de lo divino y que eso divino nos ayudara en nuestro caminar por la vida y así salir de ese mundo que nos rodea de oscuridad, oscuridad que nos envuelve en pensamiento de la misma naturaleza; pero debemos pensar que en el camino de la vida nos espera un poeta que nos dará el brebaje con el que razonaremos y permaneceremos centrados y cuerdos en un mundo que ya no será de vacilaciones y abismos.
La voz y sonoridad de Orfeo, el vino y fiestas de Dionisio, la calma y orden de Apolo es el verbo hecho carne de los poetas, que nos transmiten ese complemento, esa pieza de rompecabezas perdida, que por medio de sus palabras será encontrada. Después de esto tendremos más a la mano lo terrenal, el tártaro se nos alejará y el cielo se nos hará más cercano y venidero.
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1 Joaquín Silva. Dios en el pensamiento de M. Heidegger. La interpretación de Welte, Teología y Vida, vol. XLIX, núm. 3, 2008, pp. 339-351, Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile.

¿Y para qué entender a Heidegger?

Por Maira Jaramillo
Kimi nakute makoto ni tadai
no kodachi kana[1]

            Existen preguntas que nos llevan a plantearnos otras preguntas, hay preguntas que aunque pase el tiempo no se logran responder. No hay duda que existen seres necesarios para la vida, ya querrá Heidegger explicar esto a partir de la elegía de Friedrich Hölderlin[2], Pan y Vino. Esta obra alude al cristianismo desde el propio título “Pan y Vino”, lo que podría interpretarse como cuerpo y sangre de Dios. Posee elementos fundamentales para acercarnos a ese ser que Heidegger llamará sein y también a lo que denomina Dasein, que es sinónimo de existencia o ser en el mundo. Términos los cuales se verán reflejados en la pregunta que resalta Hölderlin en su elegía, ¿y para qué poetas en tiempo de penuria? Y que posteriormente intentará responder Heidegger con su texto ¿Y para qué poetas?
            Entrando de lleno en la elegía veamos puntos que serán relevantes para desarrollar la idea del ser y de su funcionalidad en el mundo. Dejemos claro que “Pan y Vino”, comienza con una ciudad la cual descansa, en donde los hombres reposan. Una ciudad en la que se oye música, aquí existe entonces el amor o bien la soledad y el pasar del tiempo se ve reflejado en el llamado de las campanas, por ende el autor nos muestra una cotidianidad, anhelos del hombre, un lamento por lo que ya fue y nos muestra una esperanza por lo que podría ser. No es fácil comprender a Hölderlin, y tal vez escribió con esa intención, para que no cualquiera lo entendiera o bien lo hiciera solo aquel que supiese de necesidades. Coloca como imagen de transformación/es la noche, la cual pasará de noche física a una noche histórica o humana y finalmente a una noche espiritual o sagrada.
            Noche física utilizada como espacio y tiempo, expuesta para brillar y admirarse. Será esta, la encargada de traer las sombras, los recuerdos del pasado. Noche histórica o humana, segunda fase donde el hombre busca el desvarío, se despoja de su cordura y navega en lo extraño, en el placer que le entrega la noche, el hombre comienza a encontrar aquí un refugio propio de él, se esconde en estas penurias que acaban al salir el sol, pero que como recalca la elegía se hacen eternas. Noche espiritual o sagrada, última transformación de esta imagen, donde todo hombre que busca lo extraño, que desea salir de la cotidianidad y romper con su cordura, valora la noche como algo sagrado y piensa que solo esta es el verdadero y único lugar de la existencia (Dasein).
Con respecto a lo último nace una pregunta y es ¿acaso lo sagrado no involucra por noción a Dios? La respuesta es sí, por lo mismo se ve implícitamente al dios del vino, Dionisio. Por esto mismo, es que aquella noche “sagrada” es sinónimo de “memoria”, ya que, los hombres tienen conciencia de lo que fue el pasado y no precisamente vuelven a él para traerlo al presente ni tampoco para vivir del pasado, sino que vuelven a él como un viaje, como el retorno que siempre existirá, ya saben que siempre todo vuelve al punto de origen, así mismo ocurre en aquella ciudad, la cual se empeña en la búsqueda de un día pasado, citando así a Grecia y teniendo un ojo puesto sobre esta y otro en el presente.

Por eso, vamos! a fin que miremos lo abierto,
  Que busquemos lo propio, tan lejos como aún esté.
Solo una cosa es segura; sea a mediodía o vaya
  Hasta la medianoche, siempre permanece una medida,
Común a todos, sin embargo a cada uno también le es dado algo propio,
  Allí va y de allí viene cada uno, hacia donde puede.”[3]

Se demuestra que el ser humano se empecina por llegar a lo propio, por mucho que lo vea lejano, va en busca de ese lugar particular casi común, pero de cada uno, que lo hace ir y venir una y otra vez. Existe sin duda ese acercamiento al lugar propio, a “Dios”, a la felicidad. La noche es aquel lugar común.
De esta elegía podrían mencionarse muchas cosas, se ha dicho que es un contacto con la teoría del psicoanálisis, que su objeto es el hombre o más bien la existencia humana, pero,  Pan y Vino encaja más bien en un dialogo teológico, en un acercamiento con los dioses, con esa carencia de lo divino y de esa búsqueda interminable, difícil y constante. Búsqueda la cual quiebra la cordura de los hombres ya mencionada con anterioridad, y tilda de “desvariados” o locos a los que la persiguen. Ya lo decía Sócrates[4]:

“Pues los bienes más grandes nos vienen de la locura, que nos es dada por el don divino”

Hombres locos en busca de algo que existe, de algo que rompe la realidad, que sale de toda regla, algo que va más allá de lo que se ve. Son los dioses los que empujan al hombre a comenzar y a continuar con la búsqueda, hasta llegar a donde se deba llegar. La locura divina llevará a los hombres a un conocimiento del futuro y no a una paralización humana. A un pensamiento en el cual lo sagrado llegará a ser profano y lo profano será sagrado. Donde la oscuridad será claridad, donde entonces la noche dejará de serlo para ser día y quizás ese día logre ser tan seguro y tan propio como lo era la noche.
Ya con nociones más claras, entremos de lleno en Heidegger y en su texto ¿Y para qué poetas? Comencemos por desglosar y darle una significación a la pregunta. ¿Y para qué?, no confundamos esto con el ¿por qué?, esta última interrogante alude a una razón de ser, a una definición, a un “es”, en cambio la primera nos habla de una finalidad, en este caso el propósito de los poetas. Con qué fin existen en aquella ciudad de la que habla Hölderlin.  Este poeta alemán integra una pregunta explicita en su elegía que dice: ¿y para qué poetas en tiempo de penuria?, ya sabemos que la primera parte de la pregunta apunta a la finalidad de estos poetas en este tiempo entendido como la era en que se vive, una época en penuria en donde existe la carencia de lo necesario. ¿Qué propósito tendrán entonces los poetas, en ese tiempo que era descrito como oscuro e ignorante?
La llegada y el sacrificio de Cristo, es el fin del día de los dioses. Al abandonar el mundo Hércules[5], Dionisio y Cristo, todo el resto declina, comienzan a aparecer las tinieblas, y se acerca así la famosa noche de la que ya hablamos. Esto marca la carencia de esta época: Dios. Junto con esto no hablamos entonces solo de una huida de los dioses, sino que también de un resplandor que poco a poco se apaga y aleja a los hombres de la divinidad absoluta, manteniendo así a los individuos sin un punto de encuentro, ya no existe que los reúna, ya nada se manifiesta ante los ojos del humano, siendo tanta la pobreza espiritual, que este no es capaz de darse cuenta de la falta de Dios en su vida. Producto de esto el ser humano queda anexo al fundamento, es decir al sustento, por ende cae en un abismo, en un precipicio,  se sienten colgados de un péndulo. Y para volver al fundamento no será cosa fácil, pues deben volver de raíz. El hombre debe llegar, tocar, sentir y soportar el abismo y la dureza de este, solo así podrá sobrevenir el fundamento.
Nacen nuevas preguntas, ¿Cómo retorna este Dios al mundo, donde aún no se cree en lo divino?, ¿Hacia dónde podría ir ese Dios?, ¿Serán nuevos dioses o volverán los que huyeron? Dios regresa solo en el momento indicado, solo cuando el humano haya cambiado todo lo que le compete de la forma correcta y en el lugar correcto. Y por mucho que sea la espera, por mucho que se demore el hombre en arreglar sus congojas, valdrá la pena según las divinidades. Exactamente sucede así, el tiempo se extiende y se profundiza en las penurias, el hombre es incapaz de darse cuenta de su necesidad real, solo busca tapar esa carencia con lo que sea, sin entender verdaderamente lo que sus almas buscan. Heidegger recalca una y otra vez que la penuria puede ser eterna, esta trae consigo un terror como sinónimo de cambio, pero que no producirá nada en los mortales mientras no exista un cambio real en ellos, para esto deben encontrar su esencia.  Pero, ellos se encuentran más cerca de una ausencia, ya que no ven lo que realmente importa, viven en una rutina, están atrapados y amenazados por una presencia que los consume y los aleja de la esencia.
Hay en este mundo señales que llevarán a las criaturas a alcanzar el abismo. En el texto de Hölderlin los poetas señalan que las pistas son dadas por los dioses que huyeron. Para Hölderlin, es Dionisio quien deja las huellas, las que servirán de guía para los hombres, para desaparecer esas tinieblas. Aquí llegamos al para qué de los poetas en esta ciudad. Estos mortales eran quienes cantaban al dios del vino (Dionisio), ellos sentían el rastro de los dioses y los seguían, eran los más conscientes, tenían como tarea señalar aquel camino a los otros hombres.
Es el poeta el único que a pesar de toda tiniebla logra su cometido, logra expresar poéticamente la esencia de la poesía. No se pierde en el camino gracias a los dioses que lo iluminan, es entonces el poeta, el que dice lo correcto en el momento correcto. Existe una poesía pensante por sobre un pensar poético.
De no estar los poetas, las tinieblas serían peores. De no estar los poetas, el cambio sería imposible. El pensamiento comienza a dialogar con la poesía, como afirma la filosofía, se cae en una fantasía ensoñada. El poeta ve en la huella del Pan, a Cristo, y en la huella del Vino, a Dionisio. Ambos símbolos del ser. ¿Y qué es entonces el ser?, ¿Qué son los seres? El ser (sein) se refiere a la existencia de estas cosas, el hecho de que simplemente sean, fundamenta a las cosas. Se dice antes del siglo XX que es un ser trascendente, es la divinidad, como se refleja en la elegía, los dioses son el ser, son la esencia absoluta, el fundamento de todo.  En cambio, los seres (seindes), son las cosas que existen: objetos, hechos, procesos, etc.  A partir del siglo XX el lenguaje es el nuevo Ser, se echa afuera la esencia. De aquí el término que definirá el ser en el mundo (Dasein). ¿Será Rilke[6] un poeta en tiempos de penuria?
¿Qué será la noche hoy para los hombres?, ¿Qué serán los poetas en la actualidad?, ¿Serán a caso los sacerdotes de los dioses aún? Surgen muchas preguntas a partir de esta elegía, explicaciones que solo encontraremos viendo más allá de lo tangible. Hay que ver las señales y tocar el abismo, para llegar a la verdad, a lo único que importa, la esencia.


[1] Traducción al español: “De no estar tú, el bosque sería demasiado grande”. Kobayashi Issa, autor Japonés.
[2]  Johann Christian Friedrich Hölderlin. Poeta clásico Alemán. Pertenece al movimiento de renovación espiritual.
[3] Friedrich Hölderlin. Elegía Pan y Vino, número 3. Año 1798. Página 2.
[4] Filósofo clásico ateniense. Maestro de Platón. Principal exponente de la filosofía de la Antigua Grecia.
[5] Conocido también como Heracles, Héracles. Héroe de la mitología griega. Considerado hijo de Zeus y Alcmena. El nombre con el que se le conoce fue impuesto por Apolo, a través de la Pitia.
[6] Rainer María Rilke. Poeta más importante en alemán y de la literatura universal. Sus obras principales son las elegías de Diuno y los Sonetos de Orfeo.  Autor de varias obras en francés. 

¿Y para qué dioses en tiempos de penuria?

Por Mizraim Bravo
A casa ha vuelto, del mar, el marino,
del ha vuelto a casa el cazador
Robert Louis Stevenson


       El texto de Martin Heidegger ¿Y para qué poetas? De su libro Caminos de Bosque se plantea una pregunta que retoma Rilke a través de unos versos de Hölderlin: “¿y para qué poetas en tiempos de penuria?”  La palabra tiempo viene a referirse a lo que nosotros mismos pertenecemos, entramos en el mundo, en el tiempo, desde un génesis hacia una muerte, pero no tenemos conciencia de nuestra duración o mortalidad. Aquí Heidegger comienza a dirigir su pensamiento sobre el fin de los dioses y las consecuencias que trae la desaparición de una presencia y una inmanencia en el mundo, sobre el perfeccionamiento de la técnica que nos pone como simples espectadores frente al orbe como una voluntad de una voluntad que nos aleja del Ser.
Entonces ¿Qué se pregunta el filósofo? ¿La ausencia del sustento de un dios para el mundo? o ¿El conocimiento de una duración en el mundo? Heidegger dice que tras la muerte de Hércules, Dionisio y Jesús el mundo pierde la divinidad que aclaraba las cosas (entes) que les daba su excusa en la realidad  y que debido a esta huida, a este abandono del mythos al logos[1]el mundo cae en un abismo, una noche sagrada en el cual se precipita la humanidad o como mejor nos señala Homero en unos pasaje de la Ilíada:

…y él (Zeus) me habría arrojado  desde el éter al mar, fuera del alcance de la vista, si no me hubiera salvado la Noche, domadora de los dioses y de los hombres; a ella acudí en mi huida y Zeus cesó, a pesar de estar irritado, pues temía hacer cosas que desagradaran a la Noche rápida[2].

La noche rápida se refiere a esta ausencia de los inmortales que nos acerca a nuestra mortalidad tal como nuestra profanidad nos acerca a lo sagrado y las huellas al animal, los dioses nos arrojan de su residencia hacia al mundo, para el tiempo. Pero en su éxodo, los dioses dejan un rastro, hierofanías, vestigios sagrados que el poeta puede percibir y que nos pueden señalar el camino hacia el cambio.
El poeta canta lo sagrado en la noche del mundo, así razona su poesía de una manera filosófica, la palabra poética se transforma en una pregunta por el Ser. En tiempos de penuria dice Heidegger, no escuchamos a los poetas, pensamos en los entes y no el Ser. La poesía es experimentar lo inexperimentado, lo que está fuera de lo fenoménico, lo que se encuentra en lo neumónico según términos de Emmanuel Kant.
Cabe señalar que el diálogo para la filosofía es un desvío de las preguntas por el Ser, sin embargo esto cambia cuando dialoga con la poesía. Desde Platón y el mundo de las ideas donde las cosas derivan de las formas perfectas y eternas, las cuales se nos presentan en objetos diarios. Solo podemos estar en contacto con esas formas perfectas recordándolas a través de la anamnesis que es como el hombre atraviesa distintos ciclos de vida y que durante este transitar conocemos las formas fuera del tiempo y del espacio, pero que al momento de nacer las olvidamos. Según Platón a través de la razón comenzamos lentamente a recordarlas y los sujetos que están más en contacto con la “razón” son los filósofos, los adecuados para gobernar. La filosofía expuesta por Platón en la República es más sistema de gobierno que duplica el mundo que una pregunta por el Ser como fundamento del mundo.
Así mismo Descartes  intentó encontrar un sistema filosófico que fuera tan exacto como las matemáticas llevando sus trabajos por la duda como criterio de análisis desechando los sentidos como medios de conocimientos verdaderos, ya que en los sueños las cosas nos parecen tan reales como en la vigilia, abandona entonces lo sensorial, el hombre solo habita un cuerpo, nace el fantasma en la máquina. Continuando con su método confía su filosofía a las matemáticas, despierto o no, dos más dos son cuatro pero se pregunta (parodiaré esta pregunta) ¿y si el universo fuera escrito, nuestras acciones y pasiones, odio, pensamiento, errores, matemáticas, árboles, mundo, fuera producto de un genio maligno, que nos engaña? En este punto Descartes abandona las matemáticas como axioma absoluto. Descartes al lado de su estufa meditativo reflexiona que de lo único que no puede dudar es de su propio pensamiento, puede estar mi cerebro en una cubeta siendo inoculado por una serie de sensaciones, ser escrito y pensado pero de lo único que puedo estar seguro es de mi pensamiento, cogito, ergo sum (pienso luego existo) la rex extensa se la deja a Dios y su idea de perfección e infinita misericordia en nuestro pensamiento. Quise dar estos ejemplos solo para ilustrar el olvido del Ser por parte de la filosofía y su inclinación por la técnica desde Descartes.
Heidegger piensa que  solo a través de la poesía nos damos cuenta de nuestra finitud en un universo infinito, el hombre nos dice, es arrojado al mundo pero solo se da cuenta de su arrojo por medio de la palabra, pero solo en el riesgo (duración en la Noche) es capaz de liberarse de una concepción contemplativa del mundo (Ser) y se sitúa como un ser-en-el-mundo (Dasein) y no como la imagen del mundo que ha producido la técnica, el poeta canta lo ser de lo ente arrojado. El mundo está hecho de palabras y solo a través de ellas abandonamos la representación y volvemos al Ser.
Es necesario que los dioses mueran entonces para que, nosotros mortales, nos sepamos como un hilo en un delicado telar. Volvemos a la noche primigenia para repetir el comienzo del mundo, el ritual fantástico: destripar al gran monstruo, sangrar con su sangre, esparcir sus entrañas, que el mundo nazca de una muerte hacia una muerte, treinta piezas de plata de los fariseos,  una garganta atravesándome el cuchillo. Nos parece que estamos destinados a la desidia, ¿preferible vivir en un acantilado que en la marasmo y la apatía? ¿O son solo residencias de lo sagrado en la vida moderna?
Si, como dice Locke, Dios es producto de la actividad intelectual humana, si Sócrates toca un aria a Apolo previo a la cicuta y el ateo que pide la extremaunción antes de morir, Dios nos sabe a un sacrificio  para ser ultimado y hacernos preguntar por el Ser. Alejandra Pizarnik  lo explica magistralmente en su ensayo sobra la condesa Báthory, La condesa Sangrienta:

…hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio.

Pizarnik a través de los asesinatos de Báthory nos muestra cémo el ritual  aún nos rodea: Un hijo mata a su padre, el padre mata a su hijo, el esposo a la esposa, Nerón viola a su madre Agripina para que la melodía se repita. Dios es un vaivén entre lo sagrado y lo profano, música para el poeta, las cuerdas, el cuerpo lacerado.




[1]  El paso de las narraciones orales o escritas que dan explicación y favor sobre el origen del mundo o el viaje después de la muerte y las batallas de los dioses hacia la aparición de los filósofos que pusieron el Logos como centro de sus reflexiones.
[2] G. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield, Los filósofos presocráticos. Editorial Gredos, pág.38. Madrid 2003.

¿Para qué penurias en tiempos de poetas?

Por Romina Pintos

Abordar a Heidegger es una tarea compleja; él, filósofo alemán del siglo XX, ha escrito sobre temas de diversa índole, y así mismo ha reflexionado sobre una variedad de cosas que atañen al ser y al tiempo en la tierra, remontándose al idealismo alemán (cuyo precursor fue Immanuel Kant), en estas breves líneas se intentará llegar a una de las tantas reflexiones que ha tenido sobre otros autores (en este caso Hölderlin y Rilke) acerca de lo  mencionado, el ser.
Su texto comienza hablando sobre Hércules, Dionisio y, por supuesto, Cristo, acerca de la partida de aquellos, y de cómo la tarde se convirtió en noche por ello (refiriéndose a  “Pan y Vino” de Hölderlin).  Hace referencia a la falta de fe (por medio del alejamiento de Dios), que a través de esa falta llega al mundo la tiniebla de la noche. Sin embargo, esta carencia no niega la permanencia de una relación cristiana con Dios ni juzga despectivamente la relación con él.  Aunque con el alejamiento de la divinidad viene algo peor que las penumbras, se trata de la muerte del esplendor divino, una extinción de la llama clásica. Heidegger menciona esta falta divina como la noche del mundo, como un momento empobrecido porque no siente la falta de Dios. Para sobrellevar esa noche es necesario experimentar y soportar el abismo, considerando necesario que algunos lo alcancen.
A propósito de lo sentenciado, se dice que la oscuridad de la noche es larga, que es en la medianoche donde reina la mayor penuria. Ese tiempo pobre ni siquiera advierte su carencia, se vuelve tenebrosa pues aparece solo como una necesidad que debe ser cubierta. Los mortales cambian cuando se encuentran con su esencia, se la toma como una aproximación a la ausencia, ya que se sienten apuntados por la presencia (el ser), pero la presencia también es ausencia, por ella se oculta.
Yendo un poco más lejos es posible decir que los poetas son aquellos que siguen las huellas que han dejado los dioses, a través del canto al dios del vino, para luego encaminar a las demás personas hacia el cambio. Esto lo lleva al Éter, único elemento divino de los dioses, lo sagrado. Vuelve a los poetas, a las penurias, pues ellos por medio de su canto prestan atención al rastro que han dejado los dioses huidos; así llega a la conclusión que Hölderlin considera esa noche como la noche sagrada. Ellos, a partir de los tiempos de penuria, convierten la poesía, su oficio y vocación, en una cuestión poética; es parte de su esencia. Es por eso que «los poetas en tiempos de penuria deben decir expresa y poéticamente la esencia de la poesía». A su vez, los tiempos de penuria no son solamente por la muerte de Dios, sino además porque los mortales desconocen su propia condición mortal, es más, no están capacitados ni en condiciones para entenderla;  ya que no son dueños de su esencia, sin mencionar que la muerte se resguarda en lo ininteligible, igualmente ocurre con el amor, el cual no ha sido aprendido por los mortales. El misterioso sufrimiento permanece oculto. Sin embargo, menciona que los mortales son en la medida en que hay lenguaje. Volviendo al tema de las penurias podemos decir que «el tiempo es de penuria, porque le falta el desocultamiento de la esencia, del dolor, la muerte y el amor.». Sin embargo, incluso la penumbra es pobre, pues evita la esfera esencial a la que pertenecen dolor, muerte y amor.
A continuación se habla del ser de lo ente, que es la voluntad; la reunión que se concentra a sí misma, dice que cada ente está en la voluntad y que no solamente es en cuanto a algo querido, sino que es él mismo en cuanto al modo de la voluntad. Lo explica como « Solo en cuanto algo querido es a su vez lo que quiere, siempre a su modo, en la voluntad.».Sabiendo que lo ente tiene relación con la voluntad, vamos a ver cómo el hombre llega más profundamente al fundamento de lo ente que ningún otro, dejando claro que su fundamento es el ser.
Este fundamento consiste en que el ser abandona al ente en el riesgo (el auténtico riesgo). Así concluye que todo ente es arriesgado, por eso es abandonado a él; asegurando que lo ente es en la medida que se encamina junto con el riesgo que es abandonado. Por otra parte menciona que la naturaleza arriesga a los seres vivos sin proteger a ninguno en particular, ni siquiera al hombre. Afirma el autor que la protección es lo que impide que el peligro afecte a lo amenazado, evita que llegue a alcanzarlo. Así, lo protegido es confiado al protector, siendo lo desprotegido lo que no es querido. De esta manera, tanto las plantas, como los animales y los hombres en la medida que son entes, afirman que no están propiamente protegidos; y así como son diferentes, también lo es su perspectiva de la desprotección.
A partir del peligro define la palabra “balanza” la cual significa algo así como peligro, solamente para volver a explicar la situación en la que se encuentra el peligro en cuanto al ente, declarando que «solo en la medida en que lo arriesgado reposa seguro en el riesgo, puede seguir al riesgo concretamente en la desprotección de lo arriesgado.», afirmando que no solo no lo excluye sino que además lo incluye necesariamente. El ser atrae así hacia él a todo ente como centro, lo mantiene como lo arriesgado. Pero este centro al mismo tiempo se aleja de la relación, abandonándolo al riesgo, es ahí donde se oculta la voluntad pensada por medio del ser. Se hace necesario mencionar que el querer bajo la forma de autoimposición dentro de un mundo permitido únicamente bajo estándares de voluntad, es la que constituye el peligro; amenaza a la esencia del hombre en relación a su propio ser. A veces el hombre es incluso más arriesgado que la propia vida, pensando que la vida es lo ente de su ser, la naturaleza. En la medida que el hombre se atraviesa en su autoimposición y se instala por medio de la objetivación intencionada frente al peligro, causa su propia desprotección. Así mismo el riesgo más arriesgado es quien nos crea una seguridad en lo abierto. El riesgo más arriesgado del querer dispuesto no fabrica nada, solamente recibe y da lo recibido; lleva a cabo pero no produce. El riesgo, por el contrario, no elimina la desprotección autoimpuesta intencionalmente, el ser permanece desprovisto de protección en la medida que esté en medio de lo ente. No obstante, el hombre permanece relacionado con la protección desde el punto que carece de ella, esto lo lleva a estar dentro de la protección. Algo que debe mencionarse es que la desprotección resguarda en la medida en que la volvemos hacia lo abierto.
Continúa diciendo que lo que Rilke experimenta como abierto es justamente lo cerrado, quiere decir que es lo que sigue el camino hacia lo ilimitado, de tal manera que no puede toparse con absolutamente nada. Así mismo asegura que la limitación dentro de lo ilimitado nace de la representación humana y que lo que se halla en frente no le permite al hombre estar inmediatamente en lo abierto, quiere decir que descarta al hombre del mundo pero al mismo tiempo lo sitúa en él, siendo el mundo lo ente en su totalidad. Si volvemos la desprotección hacia lo abierto, entonces la invertiremos en su esencia, la volveremos hacia el más amplio círculo. Aunque ello no significa que se deba mutar el no en un sí, sino que reconocer lo positivo como lo presente, lo que está frente a nosotros. A partir de esta afirmación surge la pregunta: ¿Quiénes somos nosotros?, pues bien, nosotros somos aquellos que quieren, los que instauramos el mundo como objeto de manera intencional. Heidegger dice que la interioridad del espacio interno del mundo es lo que nos libera de lo abierto, y que solo lo que retenemos internamente es lo que permanece en la memoria; que en eso interior somos libres más allá de la relación con los objetos y que nos protegen en apariencia nada más. En esa interioridad existe una seguridad que por demás se encuentra fuera de toda protección.
 Lo que Rilke quiere decir con el término “lo abierto” es explicado por medio de una carta que él le envió a un lector ruso, en la cual explica que el concepto abierto es la conciencia que sitúa al animal en el mundo sin que deba enfrentarse a él de manera permanente, dice que solamente está en el mundo, a diferencia de las personas que estamos ante el mundo por la intensificación de la conciencia. Deja claro que con “lo abierto” no se refiere al cielo, al aire o el espacio, ya que para quien los contempla son objetos y por tanto objetos opacos y cerrados. Dice que el animal y la flor son todo eso porque no se dan cuenta y por eso tienen esa libertad, esa apertura; que en el caso de los humanos tenga un equivalente en los primeros instantes del amor, cuando uno ve reflejada en el otro su propia amplitud o la exaltación a Dios. La relación con lo abierto es una superposición inconsciente, ansiosa y atrayente en la totalidad de lo ente. Con el aumento de la conciencia también crece la forma de enfrentarse a los objetos. Cuando mayor es el nivel de consciencia, más excluido se ve el ser consciente, por eso el hombre está ante el mundo y no en el mundo. De esta manera el hombre sitúa ante sí el mundo y se emplaza ante él; es decir, el hombre dispone el mundo en relación hacia él y atrae a la naturaleza para su propio beneficio. Así lo abierto se convierte en objeto y es llevado hacia el hombre. Lo mismo ocurre con las relaciones entre ellos mismos, pues se exhibe a sí mismo y se instituye como quien impone esas producciones intencionalmente. Traer algo ante sí de tal modo que eso determine desde todos los puntos de vista es un rasgo fundamental de lo que se conoce como querer. Tomando ese querer como la producción deliberada del sentido de objetivación. El hombre moderno se instala como el productor de ese querer, teniendo sobre eso un dominio incondicionado, todas las existencias objetivas quedan autoimpuestas por su mandato. De esta manera el hombre se transforma en su propio material atado por las metas propuestas. El hecho de que el hombre se convierta en sujeto y el mundo en objeto es una consecuencia de la esencia de la técnica que se establece a sí misma. La humanidad del hombre y el carácter de cosa de las cosas se diluye en el valor mercantil que mercadea dentro de la esencia del ser y conduce a todo ente al comercio.
La amenaza que afecta a la esencia del hombre nace a partir de ese quererse a sí mismo, se encuentra amenazado a su sentido esencial, se encuentra necesitado y, al mismo tiempo, carente de protección. Entonces el hombre no solo se encuentra fuera y ante lo abierto, sino que se apartó de la «pura percepción», este desviamiento no es de…, sino frente o contra…
Se ha hablado mucho sobre el ser, pero ¿Qué es el ser?; Heidegger responde que es estar presente en el desocultamiento, asegurando que lo único que está verdaderamente presente es la propia esencia que en todas partes es lo mismo, es la esfera. Menciona que lo esférico es el centro desocultador que resguarda lo que está presente. Lo esférico tiene el carácter de iluminar lo desocultador, así lo presente puede llegar a ser presencia. Esa esfera debe ser pensada como el ser de lo ente, en su sentido iluminador. En cuanto a desocultadora no rodea, sino que iluminando libera la presencia. Se debe pensar en lo esférico como el estado inicial del ser con el sentido de presencia desocultadora.
En lo que respecta a lo esférico, Heidegger cita una carta escrita por Rilke la cual dice que la vida, al igual que la luna, siempre tiene una cara oculta, que no es su antagónico, sino que es lo que le falta para alcanzar la perfección. Esto indica que Rilke ya pensaba en el ser como algo esférico. Ahora bien, esa parte oculta de lo esférico sería la muerte y el reino de los muertos, es decir, eso desconocido forma parte de la totalidad de lo ente. Lo que completa la percepción de lo abierto. El filósofo dice que parece ser algo negativo, pero no lo es, que la autoimposición de la objetivación técnica es la negación permanente de la muerte. De esta manera la muerte se convierte en algo negativo. La vuelta hacia lo abierto es la renuncia a leer negativamente algo que es.
Pensando en la esfera de la desprotección se llega a la conclusión que ella es lo invisible o interno de la consciencia. La esfera de lo invisible (o interno) determina la esencia de la desprotección, no obstante, también la manera en la que ha sido invertida dentro del círculo.
Llega a una reflexión más sobre lo interno a través una teoría de Pascal, quien dice que lo interno y lo invisible del ámbito del corazón no es solamente más interno que lo interno, por ello más invisible, sino que al mismo tiempo alcanza más lejos que los objetos únicamente producibles; y que es solo en la más profunda interioridad donde el hombre se siente inclinado a amar a los antepasados, los muertos, su infancia, etc. De esta manera dice que el más amplio círculo de lo ente se torna presente en el ámbito interno del corazón.
Por otro lado solo se puede superar a sí mismo el ser. Según esto, el ser es el único capaz de superarse a sí mismo, aunque esa superación no va más allá, por el contrario, vuelve a sí misma y a la esencia de su verdad, él mismo se transforma en su dimensión. El ser atraviesa él mismo su ámbito por el hecho de presentarse en la palabra.
Llegamos entonces a una etimología conocida; hablemos sobre el lenguaje: pensemos que es la casa del ser, por lo que solo es posible llegar a lo ente por medio de las palabras (el lenguaje). Todos los seres están en lo ente y a su vez en el recinto de la lengua. Toda la espera de la presencia se encuentra en el decir. El ámbito de la desprotección está dominado por la razón, la cual no solo ha establecido para su decir un sistema especial de reglas, sino que además la lógica de la razón es ella misma la organización del dominio de la autoimposición intencional en lo objetivo. Llegamos a este punto pues es una forma de resguardar que concierne al hombre en cuanto es ser que posee lenguaje y se toma desde un principio al lenguaje solamente como un arma que se tiene a mano, como algo que maneja para su presentación y su conducta. Algo importante que decir sobre esto es que en la medida en que la creación de una seguridad procede de los que arriesgan más, éstos tienen que arriesgarse al lenguaje. Sin embargo, los que arriesgan más, también arriesgan el lenguaje.
Concluimos que los más arriesgados son los más decidores, del mismo modo que los rapsodas, ya que su canto se escapa de toda intención autoimpuesta. Así, pues, son los poetas aquellos más arriesgados, pero no cualquier poeta, sino aquellos que vuelven la desprotección hacia lo abierto. Es claro al decir, que si querer sigue siendo autoimposición, entonces ellos no quieren nada, porque son más dispuestos. Los poetas se encuentran siguiendo las huellas de lo sagrado porque experimentan la falta de salvación. Lo característico que distingue a estos poetas es que la esencia de la poesía se torna para ellos en algo cuestionable, porque se encuentran poéticamente en el rastro de lo que hay que decir, de lo salvo. Rilke llega a la pregunta poética que dice cuándo habrá un canto que cante esencialmente. Esa pregunta no se encuentra al inicio del camino poético, sino que está allí, donde Rilke se encuentra, al final de la era donde él se halla, que no es ni decadente ni está en declive. Por otra parte, Hölderlin es el precursor de los poetas en tiempos de penuria, aunque el precursor no se traslada hacia un futuro, sino que regresa de él. Por lo tanto « Si el precursor no puede ser superado, tampoco puede perecer, porque su poesía permanece como algo que ya ha estado presente. Lo que de este modo supera de antemano toda caducidad. Lo que solo es pasado, ya es, antes de su paso, lo carente de destino. Por el contrario, lo que ya ha sido es lo destinal. En lo supuestamente eterno solo se esconde algo caduco y echado a un lado, retirado al vacío de un ahora sin duración.»

Por lo tanto ¿Para qué penurias en tiempos de poetas?...