Por
Jannis Navarro
Cómo poder comprender aquél
pensamiento en donde los artistas se desnudan y revelan lo más profundo de su
ser, es aquel ser, el ser más
perfecto dentro de los seres o será más bien un hecho puntual centrado en un
momento determinado por el cual pasan esos artistas en la búsqueda inalcanzable
de obtener la verdad absoluta, quizás al escribir sobre ¿Y para que poetas?[1]
Heidegger nos adentra en un mundo nuevo, en un mundo donde los poetas –desde la
mirada del autor– nos dicen el motivo o la razón del contexto de producción en
el que realizan sus obras.
Entonces surge la pregunta ¿Para
qué poetas en tiempos de penuria? El filósofo nos adentra en esta gran duda
para hacer reflexionar acerca del modo de escritura, se pueden decir entonces
dos acepciones sobre el primer punto que toca el texto: es la penuria esa carga emocional y
determinante que posee el poeta al momento de escribir lo que controla todos
los movimientos de su poema, o es el poema por sí mismo el que controla los movimientos
de su propio autor. La respuesta es una sola: el lenguaje utilizado, cada
palabra que se propone de forma explícita e implícita opaca al autor, después
del creador lo que queda no es más que su palabra, lo que queda delante de los
ojos son cada vocal y consonante que en una especie de música clásica, envuelve
al texto y lo eleva a una mayor categoría, no hace que se derrumbe dentro del abismo (otro término heideggeriano) en
el que puede caer un simple poeta-mortal, el lenguaje sobrepasa a todo aquel
que se quiere mostrar como terrenal, lo humano desde éste punto queda obsoleto,
el humano no es más que el cuerpo, el envase que va a servir para la creación,
pero que después es superado y enterrado por la obra.
Cómo explicar esto dentro de un
lenguaje disciplinar acorde a una clase pedagógica, entendiendo que cada
persona posee un modo de interpretar la realidad de un poema de forma distinta.
Si miramos una manzana, en ella podemos encontrar figura, color, sabor, aroma,
etc., y dependiendo de la persona sus rasgos podrán considerarse como algo
verdadero y auténtico o una simple copia y normal, ahora si colocamos un poema
también va a poseer todas esas características y formas de ser observado. ¿Cómo
puede ser eso posible? Cuando el poeta-inmortal escribe, pone todo esto dentro
de la balanza, sus fuerzas toman peso
dentro de dos corrientes con turbulencias que se contraponen entre sí para
poder tener esas alas que los llevarán al éxtasis literario con el fin único de
comprender o descomponer todo lo que se nos ha mostrado como verdadero, en este
caso se creará aquella obra capaz de obtener dentro de todas sus
características las mismas propiedades de la manzana real/ficticia,
verdadera/falsa, a pesar de que solo quedarán de forma permanentes aquellas
creíbles y perfectas.
La verdad desde la mirada de un
poeta-mortal, solo será superficial, reproductivo y de masas, la verdad de un
poeta-inmortal es profunda, productiva y solitaria. Solo algunos pocos, que la gente llama genios alcanzan esta fuerza
casi caída del Olimpo, ¿Será acaso que la penuria, el abismo, la balanza deben
estar dentro del poeta para poder escribir aquella obra maestra? Desde el
existencialismo estos límites de los seres humanos que los encierra y encasilla
a estar solos y ver la soledad como un hecho puntual para la confección y
construcción del pensamiento ayudan a la creación de las obras. El artista es
el único que puede dar respuestas de su creación, el por qué crear dentro de la
soledad o en la angustia a pesar de estar consciente de que caerá en un riesgo como dice Heidegger, existe una
atracción entre la liberación y el riesgo, nos dice que la liberación que posee
el poeta al momento de escribir, es lo único que trae consigo como más riesgo, como
un círculo, una necesidad constante de poseer una libertad que aunque suene
redundante solo lo logra con la liberación de algo más riesgoso que lo llevará
a la inspiración óptima para concretar sus ideas, a pesar que la psicología nos
habla de seres que necesitan estar en constante contacto con otros, por lo
mismo un ser individual no tiene cabida en un mundo que aparenta ser unido, ya
que inmediatamente es considerado como una poeta-inmortal anormal.
El autor también nos habla del
mundo y quienes son los que lo conforman, dentro del contexto de la creación de
los textos, términos como lo abierto y lo
cerrado ayuda a comprender este punto del filósofo, nos dice que dentro de
lo cerrado encontramos elementos como el cielo o el aire que desde una mirada simple
pueden estar considerados inmersos en lo abierto, pero esto no ocurre, él los
considera como parte de lo cerrado, ya que define como lo abierto a los
sentimientos, es decir, aquella sensación y/o adoración que poseen las personas
por otro ser de igual condición o un ser superior y a lo cerrado como algo más
tangible y concreto.
Para concluir podemos decir que el
pensamiento heideggeriano, posee varias claves y/o conceptos que ayudan a
comprensión del por qué los poetas escriben, si bien sus formas pueden estar un
poco difusas y confusas, con un mayor análisis se puede concebir su pensamiento
e internalizarlo para aproximarse a un consenso y descifrar ésta interrogante,
es decir, brinda una ayuda para poseer
una postura frente al texto leído y así internalizando y obtener respuestas que
a veces en un lenguaje cotidiano no se encuentran.
[1] Martín
Heidegger, Traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte, en HEIDEGGER, M.,
Caminos de bosque, Alianza, Madrid, 1996, pp. 241-289.
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