Por
Daniela Pérez
Si
la gente nos oyera los pensamientos,
pocos escaparíamos de estar encerrados
por locos...
La
palabra loco [1]ha
sido utilizada (o quizá mal utilizada) en el trascurso de la historia como calificativo para
referirse a personas que antiguamente padecían enfermedades que en su momento
la medicina no podía dar respuestas. Ya en última instancia de la edad media,
fueron creados los manicomios para despojar de las calles a sujetos con
enfermedades mentales. Sin embargo, estos manicomios eran muy parecidos a las
cárceles, rodeados de suciedad y oscuridad, donde la gente estaba encadenada
como animales, y así mismos eran tratados.
El
filosofo francés Paul-Michel Foucault [2]consideraba
al manicomio como un instrumento del estado establecido para silenciar a
quienes, con su manera de pensar amenazaban los valores de la clase dominante.
Lejos de constituirse en una institución terapéutica, el manicomio desgarró las
vidas de quienes tuvieron la mala fortuna de ser encerrados. Así sucedió con
los cinco personajes de El pabellón número 6, novela corta del médico y
escritor ruso, Anton Chéjov. En la cual, nos permite conocer ciertos aspectos
de la vida en Rusia a finales del siglo XIX. Es como otras muchas novelas, un
documento que al valor literario agrega también el histórico y por tanto, es un
texto que permite conocer mejor la sociedad en que vivió, reflejado en su obra.
En
la obra de Chéjov nos encontramos con un hospital rural, sombrío y en pésimas condiciones,
cuya zona era destinada a los enfermos mentales. Antiguamente por razones muy
diversas, los locos podían ser segregados de la comunidad o eliminados por los
medios más insólitos como por ejemplo entregarlos a los marineros para que se
los llevaran los más lejos posible, a un destino incierto. A lo que Foucault
llamaría “la nave de los locos”, [3]como
lo explica en Historia de la locura en la época clásica.
Volviendo
al relato de El pabellón número 6, en él se nos presenta una narración que nos
abisma en la vida rutinaria y desesperanzada del Doctor Andrei Efímich, y la
relación con sus pacientes, enfermeras, ayudante y con el brutal Nikita,
guardia del pabellón. Una frase muy particular del Doctor antes de morir fue, “Mi
enfermedad solo consiste en que en 20 años no he encontrado más que a una
persona inteligente en todo el pueblo, y éste es un lunático”. [4]
El
Doctor era un aficionado de la inteligencia, motivo por el cual se sintió tan
fascinado al hablar con Ivan Dmítrich que lo deslumbra con su elocuencia.
Efímich era un hombre que a la larga la rutina lo envolvía en una especie de
antipatía por su profesión. Lo cierto era que a principios trabajaba con mucho
celo, sin embargo, más tarde culpará al tiempo en que le tocó vivir, y
posteriormente resultará encerrado como los cinco locos que él en algún momento
privó de libertad.
Finalmente
Sigmund Freud y sus seguidores demostraron que la enfermedad mental puede ser
también un resultado de factores medioambientales o traumas. Así de esta manera
podemos justificar que el doctor más que un enfermo fue enfermado, es decir,
fue víctima de una tragedia de que ha formado parte sin pretenderlo y le
arrastra hacia la muerte. Si bien, el mismo está consciente de que ha caído en
un círculo vicioso, del que no hay escapatoria.
[1] Que ha perdido la razón. De
poco juicio, disparatado e imprudente. (Real Academia Española © Todos los
derechos reservados)
[2] Michel Foucault, nacido como
Paul-Michel Foucault fue un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social
y filósofo francés
[3] Historia de la locura en la
época clásica, Michel Foucault. Ver en: http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/677.pdf
[4] El pabellón número 6 (título
a veces traducido como La sala número 6), de Antón Chéjov, escrita en 1892, se
puede encontrar en: http://www.scribd.com/doc/7223918/Chejov-Anton-El-Pabellon-Numero-6