Blog creado especialmente para la publicación de textos escritos por alumnos en clases de Teoría Literaria I de Universidad de las Américas sede Santiago Centro durante el año 2013. Invito a los alumnos, independiente de su año de estudios o egreso y a cualquier persona que por "coincidencia" encuentre este blog, sentirse libres de opinar en este lugar del ciberespacio. Literatura es un campo amplio y ambiguo, por lo tanto, no existe opinión errada, solo algunas más acertadas que otras.

miércoles, 17 de julio de 2013

La camisa de fuerza de la locura es la razón

Por Daniela Pérez
Si la gente nos oyera los pensamientos,
 pocos escaparíamos de estar encerrados
por locos... 

La palabra loco [1]ha sido utilizada (o quizá mal utilizada) en el trascurso  de la historia como calificativo para referirse a personas que antiguamente padecían enfermedades que en su momento la medicina no podía dar respuestas. Ya en última instancia de la edad media, fueron creados los manicomios para despojar de las calles a sujetos con enfermedades mentales. Sin embargo, estos manicomios eran muy parecidos a las cárceles, rodeados de suciedad y oscuridad, donde la gente estaba encadenada como animales, y así mismos eran tratados.
El filosofo francés  Paul-Michel Foucault [2]consideraba al manicomio como un instrumento del estado establecido para silenciar a quienes, con su manera de pensar amenazaban los valores de la clase dominante. Lejos de constituirse en una institución terapéutica, el manicomio desgarró las vidas de quienes tuvieron la mala fortuna de ser encerrados. Así sucedió con los cinco personajes de El pabellón número 6, novela corta del médico y escritor ruso, Anton Chéjov. En la cual, nos permite conocer ciertos aspectos de la vida en Rusia a finales del siglo XIX. Es como otras muchas novelas, un documento que al valor literario agrega también el histórico y por tanto, es un texto que permite conocer mejor la sociedad en que vivió,  reflejado en su obra.
En la obra de Chéjov nos encontramos con un hospital rural, sombrío y en pésimas condiciones, cuya zona era destinada a los enfermos mentales. Antiguamente por razones muy diversas, los locos podían ser segregados de la comunidad o eliminados por los medios más insólitos como por ejemplo entregarlos a los marineros para que se los llevaran los más lejos posible, a un destino incierto. A lo que Foucault llamaría “la nave de los locos”, [3]como lo explica en Historia de la locura en la época clásica.
Volviendo al relato de El pabellón número 6, en él se nos presenta una narración que nos abisma en la vida rutinaria y desesperanzada del Doctor Andrei Efímich, y la relación con sus pacientes, enfermeras, ayudante y con el brutal Nikita, guardia del pabellón. Una frase muy particular del Doctor antes de morir fue, “Mi enfermedad solo consiste en que en 20 años no he encontrado más que a una persona inteligente en todo el pueblo, y éste es un lunático”. [4]
El Doctor era un aficionado de la inteligencia, motivo por el cual se sintió tan fascinado al hablar con Ivan Dmítrich que lo deslumbra con su elocuencia. Efímich era un hombre que a la larga la rutina lo envolvía en una especie de antipatía por su profesión. Lo cierto era que a principios trabajaba con mucho celo, sin embargo, más tarde culpará al tiempo en que le tocó vivir, y posteriormente resultará encerrado como los cinco locos que él en algún momento privó de libertad.
Finalmente Sigmund Freud y sus seguidores demostraron que la enfermedad mental puede ser también un resultado de factores medioambientales o traumas. Así de esta manera podemos justificar que el doctor más que un enfermo fue enfermado, es decir, fue víctima de una tragedia de que ha formado parte sin pretenderlo y le arrastra hacia la muerte. Si bien, el mismo está consciente de que ha caído en un círculo vicioso, del que no hay escapatoria.


[1]  Que ha perdido la razón. De poco juicio, disparatado e imprudente. (Real Academia Española © Todos los derechos reservados)
[2] Michel Foucault, nacido como Paul-Michel Foucault fue un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social y filósofo francés
[3] Historia de la locura en la época clásica, Michel Foucault. Ver en: http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/677.pdf
[4] El pabellón número 6 (título a veces traducido como La sala número 6), de Antón Chéjov, escrita en 1892, se puede encontrar en: http://www.scribd.com/doc/7223918/Chejov-Anton-El-Pabellon-Numero-6

VIDA EN SOCIEDAD: LOCURA INMANENTE

Por Francisco Jiménez Lizana

 La locura no se puede encontrar en estado salvaje. La locura no existe sino en una sociedad, ella no existe por fuera de las formas de la sensibilidad que la aíslan y de las formas de repulsión que la excluyen o la capturan.
Michael Foucault

A lo largo de la historia de la humanidad se han presentado innumerables casos de demencias ya no individuales sino que sociales, la mayor de ellas es pensar que las enfermedades tienen su cuna en los más desposeídos, se cree que ellos las provocan (los iletrados, incultos, quienes no leen), mientras que los más pudientes (cultos, escritores, eruditos) son los médicos que tratan de darle solución o aislarlas con antibióticos dentro de quienes las portan. Sin embargo, la enfermedad más letal de todas la llevamos con nosotros desde que nacemos: el lenguaje, que muchas se puede volver en contra de la misma persona que lo ocupa a su favor como le sucedió al médico Andréi Efímich de El pabellón número seis de Chejov.
            Según la lingüística y otras ciencias, el lenguaje es el arma más poderosa que tiene el hombre y es el que forma en el hombre una mente roída por los propios pensamientos del mundo. Según Chomsky la facultad que tiene cada ser humano para formar mensajes es innata, pero ese mensaje ¿es un aliciente a la demencia o nos libera de la esclavitud de ella misma? Hay un caso en la obra de Chejov perteneciente a Dmítrich Grómov que es una especie de loco cuerdo que vaga entre lo absurdo y rea, lo que provoca una lucha interna contra él mismo y sus pensamientos y acciones; es un tipo de loco cuya patología se remite a poseer una licencia de mente de hombre sano. En este caso, surge la dualidad del animal versus el hombre, la primera es el hombre con características de demencia mental y la segunda es demencia mental con características de animal, es decir, el hombre es un simple animal que razona por medio de esta enfermedad colectiva: el lenguaje.
            El lenguaje debería ser un elemento que nos haga más personas, más humanos, a pesar de no cumplirse ello, nos somete a un estado de deshumanización, nos encarcela en nuestra propia libertad. Siguiendo el hilo del lenguaje, el pensamiento de los literatos es el medicamento que nos hace falta para volver en sí, es un tipo de medicina extraída de la propia enfermedad, no en vano se dice que la cura de las enfermedades está en ellas mismas. El caso más excepcional es el del propio doctor Efímich, el cual al estar rodeado de tanta locura, termina siendo un paciente más del hospital psiquiátrico, quedando en claro que nadie está completamente sano; estamos todos propensos a adquirir una enfermedad, sin dejar de lado las que llevamos a cuestas sin saberlo. Aquel literato que pretende plasmar sus palabras se convierte en el loco de atar, que sin duda alguna es el loco más cuerdo de todos.
            La creación de relatos, novelas o un simple escrito es una forma de buscar la realidad dentro de toda esta locura social, es la vuelta a la cordura, cordura que se puede plasmar en un salón de clases, donde el profesor es el médico Efímich tratante y los alumnos Grómov, Nikita o Averianich como aquellos locos que desean beber de esta locura que da de tomar el mismo profesor. Según Sigmund Freud la locura pertenece al destino mismo del hombre y ella es fruto de las vacilaciones de esta y agregar que para él la mayor histeria lograda es la literatura, siendo un ejemplo claro de ello Dostoievski y su histeria fecundada en la neurosis, la suerte del loco cuerdo.
            La conexión que podemos dar a conocer entre locura, sociedad y lenguaje es tan abultada que se podría escribir algo más que un libro, pero para ahondar un poco más en el tema, está Michael Foucault y su obra Historia de la locura donde plantea que el origen de la locura radicaría en los efectos que causa la sociedad en cada una de las personas, influencias que pueden ser de tipo: socio-económicos, institucionales, discursos y algunas manifestaciones con rasgos culturales. De este modo Foucault desmiente el mito de que la demencia se origina naturalmente, al contrario, se construye socialmente y con cada por menor que conlleva al ámbito social, incluido su modo de comunicación: el lenguaje.
            La intertextualidad en el tema de la locura es demasiado amplia, ya que también podemos hacer la dualidad de Sartre con El ser y la nada, donde aparece lo moral y la parte cuerda del hombre (lo apolíneo) y por otro lado Foucault con El discurso del loco y lo amoral con la locura (lo dionisiaco). Lo anterior alude al nombre del texto de Chejov: El pabellón número seis que es paradójico en cuanto a su contenido, ya que según Ambrosio de Milán y Euclides el seis es el número de la cordura y la armonía, siendo el contenido del relato totalmente opuesto a ello.

            Para concluir, el término locura es para denostar y apartar a gente indeseada de la sociedad, resultado final: demencia y exilio como ocurrió con el doctor Efímich y su adquisición de demencia al igual que sus pacientes y por consecuencia una víctima más de lo que puede provocar la sociedad. Los locos son aquellos que han intentado encontrar la verdad en esta sociedad y son apartados de ella por una posible sublevación general, todo por saber qué es lo que sucede y en qué estamos siendo afectados para que se nos tache como locos.

martes, 16 de julio de 2013

Loco Miserable

Por Francisca Peña
La locura ya no hallará hospitalidad
entre las paredes del hospital,
sino que al lado de todos los pobres.
Michel Focault

El pabellón número 6 de Antón Chejov[1] no es solo una descripción de la amistad que surge entre un joven con problemas mentales recluido en un manicomio y el director de este centro médico, es un cuento oscuro, profundo y al parecer escrito con una gran facilidad. Es una obra de extensión entre un cuento y una fábula acerca de la situación de frustración e impotencia de los intelectuales rusos a finales del siglo XIX, y desde mi perspectiva un libro básico para cualquier humanista.
El siglo XIX es el más importante en la literatura rusa, recién es en esta época cuando se destaca sobre la literatura europea. Escritores como Pushkin, Tolstoi, Dostoievski y Chejov expresan lo complejo que fue este período en Rusia, donde se vivía en una sociedad sometida al gobierno de los Zares. La literatura de esta época trata de representar de la manera más fiel la realidad que se vivió en el país y esto se hace a través de la escritura fría, pesimista, reflejando siempre el lado más oscuro del ser humano.
El escritor se centra en describir situaciones que pueden parecer cotidianas, con personajes sin mayor importancia, pero que en el fondo dejan mucho que decir. La polifonía se presenta constantemente, los personajes y las historias no son estáticas, por detrás de cada una de ellas tenemos algo que analizar, algo que descubrir.

Los roles se cambian, el “loco” es el “intelectual” y el “doctor” es el “loco”. Michel Focault[2] en su libro Historia de la locura[3] en el capítulo “El gran encierro” nos habla de que la posibilidad de estar locos no nos amenaza con desposeernos de nuestro cuerpo, seguimos siendo capaces, en cierto sentido, de controlar nuestros actos y decisiones, no perdemos por completo nuestra cordura. En la época de la Edad Media un loco o persona poco cuerda era considerado un personaje sagrado, puesto que estaba poseído por los poderes de la miseria y la pobreza.
En este texto la lógica es interrumpida por el lenguaje literario, creando una reflexión sobre lo que leemos. El escritor opta por revelar el mundo y por sobre todo el mundo del hombre a los demás hombres para que así estos asuman su propia realidad. En relación a lo anterior podemos hablar de la Fenomenología de la Percepción[4] de Maurice Merleau-Ponty, esta es el estudio de la esencias y de todos los problemas, según la fenomenología nos conduce a definir nuestras propias esencias: la de la percepción, de la conciencia, por ejemplo. Pero también es una filosofía que vuelve a situar las esencias en la existencia y considera que solo se puede comprender al hombre y el mundo a partir de su facticidad, es decir, lo que juzgamos y no puede ser cambiado.
No podemos lograr que un loco cambie, ni menos que un doctor se convierta en uno de ellos si pasa la mayor parte del día con ellos. Ivan Dmítrich posee una lucidez intelectual que causa el interés y admiración del doctor Andrei Yemifich, nuestro doctor se deja vencer por la situación de abandono general que existe en nuestro manicomio, por esto mismo encuentra en este paciente algo más interesante a lo que lo rodea en su círculo cotidiano. Encuentra a alguien con quien discutir de cosas interesantes y no solo a una persona que dice cosas sin sentido.
            ¿Cómo podemos definir que es locura, si hoy un loco es más cuerdo que un loco? Un loco es para mí la persona más inteligente y cuerda, es la persona capaz de escribir textos maravillosos, de crear arte que solo locos entienden.


[1] Antón Pávlovich Chéjov. Nace el 29 de enero de 1860 en Taganrog. Fue un médico, escritor y dramaturgo ruso. Encuadrable en la corriente naturalista, fue maestro del relato corto. Muere el 15 de julio de 1904 en Badenweiler, Baden-Wurtemberg.
[2] Paul-Michel Foucault. Nace el 15 de octubre de 1926, Francia. Fue un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social y filósofo francés. Muere el 25 de junio de 1984 en Francia.
[3] Traducción de Juan José Utrilla, primera edición en español. FCE, México. 1967.
[4] Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, vol. IX. 2004. Pág. 189. Universidad de Málaga, Facultad de Filosofía y Letras, Campus de Teatino. Málaga. España.

La locura como reflejo del yo

Por Claudia Gómez
La verdad del Yo surge precisamente
En la locura, donde el mundo parece
Disolverse y es puesta en tela de juicio la
Diferencia entre uno mismo y el otro.
Lacan.

Teniendo como referencia la anterior lectura del artículo “Salud mental hospitalaria y comunitaria en el Pabellón número 6”, me basaré en algunos puntos expuestos en el libro de dicho artículo para posteriormente relacionarlos con un par de teorías de Lacan: “el yo falseador” y “el goce”.

Cuando comenzamos a leer una novela de Chéjov, nos podemos dar cuenta de las influencias de otros escritores y pensadores de su misma generación o de su misma línea literaria, en este caso existe influencia del escritor ruso Fiódor Dostoievski, la relación coexiste en uno de los internos del pabellón número 6: Iván Dmitrich Grómov (apodado Vania) y el personaje principal de la novela de Dostoievski “Humillados y ofendidos” Iván Petrovitch (apodado Vania). No solo hay una relación en los nombres y en los apodos de ambos personajes, sino que también en el contexto social y el entorno que rodea a los personajes de cada novela.

En “El pabellón número 6” el contexto social en que transcurre la historia es un ambiente oscuro, sucio, hediondo, apartado de la sociedad, casi rechazado y excluido de la sociedad, generando en los internos una calidad de vida poco favorable para su salud. Con respecto al trato que el personal del hospital les daba a los internos, era totalmente un trato ofensivo, los alimentaban con las sobras de otros pabellones, no había higiene, en general “no se les atiende, se les maltrata”. Paralelamente tenemos la otra novela Humillados y ofendidos, en dónde cada uno de los personajes pasa por una deshonra en su vida, a lo largo de la historia se desenvuelven las penas y desgracias que pasan los personajes, aquellas desgracias son efectuadas por personajes externos, que buscan generar daño o que causan daño de forma inconsciente, pero en general toda la trama se va tejiendo bajo esta línea de acción y reacción. Finalmente para unir la influencia dostoievskiana en Chéjov, se podría decir que en ambos textos el entorno que rodea a los personajes procura degradar y mortificar al hombre en una deshumanización extrema: niveles físicos y psicológicos.

Para continuar con “El pabellón número 6” me voy a detener en el doctor tratante de los enfermos de dicho pabellón: Andrei Efímich, especialmente en el gusto que sentía por pensar y repensar, en la meditación e interés que tiene por la lectura y específicamente por “las manifestaciones espirituales del entendimiento humano”. El doctor hace referencia en reiteradas ocasiones al placer que le causan determinadas cosas, una de ellas es la razón, la cual, según él, es el único límite que existe entre el animal y el hombre. Lacan nos dice que “el 99% de las veces el goce es sentido como un sufrimiento intolerable”, esto se ve reflejado en la lástima que siente  Andrei al referirse a las personas que no son capaces de valorar una buena conversación con un amigo. Entonces, el goce lo podemos apreciar en el placer que siente el doctor por la razón, pero a su vez en la intolerancia que siente por aquellas personas “vulgares” que no aprecian el valor de razonar frente a una conversación interesante e inteligente.

Por otro lado, continuando con AndreiEfímich, Lacan (en conjunto con Freud) postula que “la tarea del Yo consiste en mantener una falsa apariencia de coherencia y complementarlo”[1], lo que denominó como “el Yo falseador”. Esta teoría es aplicable al doctor Efímich, puesto que él desde su infancia tenía como deseo y aspiración ser sacerdote, pero su padre se lo negó y lo obligo a seguir una carrera de medicina. Andrei Efímich termina sus estudios y comienza a trabajar en una consulta médica recibiendo a pacientes desde la mañana hasta la hora de almuerzo. A pesar de tener sus estudios de medicina, se podía notar en él un aire de sacerdote, por su desplante beato y sus pisadas suaves y andares pausados, cautos. El doctor procuró complementar su falsa apariencia de médico con la rutina que mantenía en el hospital, de tal forma que pudiera engañar y silenciar sus verdaderas aspiraciones. En concreto, el yo falseador se presenta en Andrei Efímich de tal forma que adquiere como realidad, tanto de personalidad como de carácter, cumplir su rol de médico en el hospital, es decir, falseando y negando sus verdaderos deseos, por consiguiente“el Yo es siempre, entonces, una instancia inauténtica. Opera a fin de ocultar una perturbadora desunión”.



[1]Darian Leader, 2008, Lacan para principiantes, Buenos Aires: Era naciente.

Desde el manicomio

Por Maira Jaramillo 
¿Qué es la razón? La locura de todos.
¿Qué es la locura? La razón de uno.
(Giuseppe Rensi)


            Antón Chéjov[1] en su texto titulado El pabellón número 6 (también conocido como La sala número 6), nos invita a pasear junto a él por los pasillos del hospital hasta llegar precisamente al pabellón número 6, describe y determina claramente cada espacio dentro del texto. Es un diálogo continuo, sobre todo al comienzo, nos prepara para un relato tipo novela un tanto melancólico y un tanto problemático. El autor si bien se distancia de la obra, también deja entre ver aspectos de su propia vida, recordemos que Chéjov fue médico además de escritor y en este relato corto plasma muy bien la locura a través de la literatura, como decía él: “La medicina es mi esposa legítima y la literatura mi amante.” Dentro de la obra podemos ver también como se refleja el autoritarismo y el abuso del poder, en este caso, de parte de los médicos hacia los pacientes.

 La polifonía de la que nos hablaba Bajtín, sin duda alguna está presente en este relato tipo novela, las diferentes voces se hacen escuchar una y otra vez a lo largo del texto. Chéjov nos muestra diversos personajes, en particular a un doctor llamado Andrei Efímich y cinco pacientes del “Pabellón número 6”, los cuales por diversas razones se ven insertos en este mundo que se compara en alguna ocasión con la cárcel. Cada uno de los personajes tiene una cualidad y una historia propia, cada locura es distinta. Este relato nos demuestra cómo es que el ser humano se resigna y en variadas ocasiones se aprovecha del resto que cree más débil. Nos muestra también la amputación de los sentidos, más bien de los sentimientos, ya vemos como día a día muere más gente, suceso horroroso para todos, excepto para los médicos, los cuales a través del tiempo hacen tripa el corazón y este hecho pasa a ser pan de cada día, por ende, la muerte para ellos es rutina, es repetición.  

La experiencia entonces es fundamental para hacerse inmune a hechos que marcan, sino lo pasamos una y otra vez difícilmente deje de dolernos. Solo cuando ocurre algo muy terrible podemos decir: Lo que venga ya no será nada al lado de esto. Pensemos también en la desesperación de los pacientes, el relato nos hace reflexionar sobre quién es realmente el encargado de vigilar y quién el encargado de castigar, ¿quién otorga realmente ese derecho a castigar a otro?, ¿quién determina si alguien está realmente loco o no? Muchas veces en el texto la realidad se refracta, se deforma, se tergiversa, los locos pasan a ser cuerdos, sabios e inteligentes. 

Como lo muestra Michel Foucault[2] en su obra Historia de la locura en la época clásica[3], es en el Renacimiento cuando aparece lo que se denomina Stultifera Navis, lo que se traduce como nave de los locos, que determina la existencia errante de los locos. Tal como dice Foucault si existieron estos navíos en los cuales los locos eran expulsados de sus ciudades para proteger y mantener la tranquilidad de los demás ciudadanos. Las personas que padecían la locura eran vistas igual que los leprosos, muchos creían que la locura se contagiaba y aún en nuestros días se les teme demasiado y se construyen un mundo separado.

Ya lo dijo alguna vez Heráclito: “Cuando estamos despiertos, vivimos en un mundo común, pero que, al dormirnos, nos sumergimos cada uno en un mundo propio. Si se  quiere hablar con razón hay que mantenerse firmemente ligado a lo que es común a todos.” Algo similar sucede con los enfermos mentales presentes en el “Pabellón número 6”, donde estos al igual que los durmientes se hacen ajenos al mundo común, relativamente objetivo y racional y se hunden en el mundo individual, subjetivo y por ende, pletórico de pasión. Pero entonces surge la pregunta ¿cuál es el mundo que no es común a todos, ese mundo ajeno y propio de cada hombre?


Es complejo pensar en qué es realmente la locura, muchos piensan en el desequilibrio mental de las personas, en una pérdida del razonamiento o simplemente un delirio enfermizo, pero la locura no se logra definir, la locura es diferente en todas las personas, tal como en el relato, y en muchos casos se tacha de loco a alguien que realmente no lo está. La lógica dentro de este pabellón se quiebra, se invierte, nada es tan lógico como debiera serlo. ¿A caso para entender la locura hay que hacerlo desde un manicomio?


[1] Antón Pávlovich Chéjov. Nace el 29 de enero de 1860 en Taganrog. Fue un médico, escritor y dramaturgo ruso. Encuadrable en la corriente naturalista, fue maestro del relato corto. Muere el 15 de julio de 1904 en Badenweiler, Baden-Wurtemberg.
[2] Paul-Michel Foucault. Nace el 15 de octubre de 1926, Francia. Fue un historiador de las ideas, psicólogo, teórico social y filósofo francés. Muere el 25 de junio de 1984 en Francia.
[3] Foucault, Michel. Historia de la locura en la época clásica. 1961. París. Editorial Fondo de cultura económica.