Por Maira
Jaramillo
Kimi nakute makoto ni tadai
no kodachi kana[1]
Existen preguntas que
nos llevan a plantearnos otras preguntas, hay preguntas que aunque pase el
tiempo no se logran responder. No hay duda que existen seres necesarios para la
vida, ya querrá Heidegger explicar esto a partir de la elegía de Friedrich Hölderlin[2], Pan y Vino. Esta obra alude al
cristianismo desde el propio título “Pan y Vino”, lo que podría interpretarse
como cuerpo y sangre de Dios. Posee
elementos fundamentales para acercarnos a ese ser que Heidegger llamará sein
y también a lo que denomina Dasein, que
es sinónimo de existencia o ser en el mundo. Términos los cuales se verán
reflejados en la pregunta que resalta Hölderlin en su elegía, ¿y para qué
poetas en tiempo de penuria? Y que posteriormente intentará responder Heidegger
con su texto ¿Y para qué poetas?
Entrando de lleno en la elegía
veamos puntos que serán relevantes para desarrollar la idea del ser y de su
funcionalidad en el mundo. Dejemos claro que “Pan y Vino”, comienza con una
ciudad la cual descansa, en donde los hombres reposan. Una ciudad en la que se
oye música, aquí existe entonces el amor o bien la soledad y el pasar del
tiempo se ve reflejado en el llamado de las campanas, por ende el autor nos
muestra una cotidianidad, anhelos del hombre, un lamento por lo que ya fue y
nos muestra una esperanza por lo que podría ser. No es fácil comprender a
Hölderlin, y tal vez escribió con esa intención, para que no cualquiera lo
entendiera o bien lo hiciera solo aquel que supiese de necesidades. Coloca como
imagen de transformación/es la noche, la
cual pasará de noche física a una noche histórica o humana y finalmente a una
noche espiritual o sagrada.
Noche física utilizada como espacio
y tiempo, expuesta para brillar y admirarse. Será esta, la encargada de traer
las sombras, los recuerdos del pasado. Noche histórica o humana, segunda fase
donde el hombre busca el desvarío, se despoja de su cordura y navega en lo
extraño, en el placer que le entrega la noche, el hombre comienza a encontrar
aquí un refugio propio de él, se esconde en estas penurias que acaban al salir
el sol, pero que como recalca la elegía se hacen eternas. Noche espiritual o
sagrada, última transformación de esta imagen, donde todo hombre que busca lo
extraño, que desea salir de la cotidianidad y romper con su cordura, valora la
noche como algo sagrado y piensa que solo esta es el verdadero y único lugar de
la existencia (Dasein).
Con
respecto a lo último nace una pregunta y es ¿acaso lo sagrado no involucra por
noción a Dios? La respuesta es sí, por lo mismo se ve implícitamente al dios
del vino, Dionisio. Por esto mismo,
es que aquella noche “sagrada” es sinónimo de “memoria”, ya que, los hombres
tienen conciencia de lo que fue el pasado y no precisamente vuelven a él para
traerlo al presente ni tampoco para vivir del pasado, sino que vuelven a él
como un viaje, como el retorno que siempre existirá, ya saben que siempre todo
vuelve al punto de origen, así mismo ocurre en aquella ciudad, la cual se
empeña en la búsqueda de un día pasado, citando así a Grecia y teniendo un ojo
puesto sobre esta y otro en el presente.
“Por eso, vamos! a fin que miremos lo abierto,
Que busquemos lo propio, tan lejos como aún esté.
Solo una cosa es segura; sea a mediodía o vaya
Hasta la medianoche, siempre permanece una medida,
Común a todos, sin embargo a cada uno también le es dado algo propio,
Allí va y de allí viene cada uno, hacia donde puede.”[3]
Que busquemos lo propio, tan lejos como aún esté.
Solo una cosa es segura; sea a mediodía o vaya
Hasta la medianoche, siempre permanece una medida,
Común a todos, sin embargo a cada uno también le es dado algo propio,
Allí va y de allí viene cada uno, hacia donde puede.”[3]
Se
demuestra que el ser humano se empecina por llegar a lo propio, por mucho que
lo vea lejano, va en busca de ese lugar particular casi común, pero de cada
uno, que lo hace ir y venir una y otra vez. Existe sin duda ese acercamiento al
lugar propio, a “Dios”, a la felicidad. La noche es aquel lugar común.
De
esta elegía podrían mencionarse muchas cosas, se ha dicho que es un contacto
con la teoría del psicoanálisis, que su objeto es el hombre o más bien la
existencia humana, pero, Pan y Vino encaja más bien en un dialogo
teológico, en un acercamiento con los dioses, con esa carencia de lo divino y
de esa búsqueda interminable, difícil y constante. Búsqueda la cual quiebra la
cordura de los hombres ya mencionada con anterioridad, y tilda de “desvariados”
o locos a los que la persiguen. Ya lo decía Sócrates[4]:
“Pues
los bienes más grandes nos vienen de la locura, que nos es dada por el don
divino”
Hombres
locos en busca de algo que existe, de algo que rompe la realidad, que sale de
toda regla, algo que va más allá de lo que se ve. Son los dioses los que
empujan al hombre a comenzar y a continuar con la búsqueda, hasta llegar a
donde se deba llegar. La locura divina llevará a los hombres a un conocimiento
del futuro y no a una paralización humana. A un pensamiento en el cual lo
sagrado llegará a ser profano y lo profano será sagrado. Donde la oscuridad
será claridad, donde entonces la noche dejará de serlo para ser día y quizás
ese día logre ser tan seguro y tan propio como lo era la noche.
Ya
con nociones más claras, entremos de lleno en Heidegger y en su texto ¿Y para qué poetas? Comencemos por
desglosar y darle una significación a la pregunta. ¿Y para qué?, no confundamos esto con el ¿por qué?, esta última
interrogante alude a una razón de ser, a una definición, a un “es”, en cambio
la primera nos habla de una finalidad, en este caso el propósito de los poetas.
Con qué fin existen en aquella ciudad de la que habla Hölderlin. Este poeta alemán integra una pregunta
explicita en su elegía que dice: ¿y para qué poetas en tiempo de penuria?, ya
sabemos que la primera parte de la pregunta apunta a la finalidad de estos
poetas en este tiempo entendido como
la era en que se vive, una época en penuria en donde existe la carencia de lo
necesario. ¿Qué propósito tendrán entonces los poetas, en ese tiempo que era
descrito como oscuro e ignorante?
La
llegada y el sacrificio de Cristo, es el fin del día de los dioses. Al
abandonar el mundo Hércules[5],
Dionisio y Cristo, todo el resto declina, comienzan a aparecer las tinieblas, y
se acerca así la famosa noche de la que ya hablamos. Esto marca la carencia de
esta época: Dios. Junto con esto no hablamos entonces solo de una huida de los
dioses, sino que también de un resplandor que poco a poco se apaga y aleja a
los hombres de la divinidad absoluta, manteniendo así a los individuos sin un
punto de encuentro, ya no existe que los reúna, ya nada se manifiesta ante los
ojos del humano, siendo tanta la pobreza espiritual, que este no es capaz de
darse cuenta de la falta de Dios en su vida. Producto de esto el ser humano
queda anexo al fundamento, es decir al sustento, por ende cae en un abismo, en
un precipicio, se sienten colgados de un
péndulo. Y para volver al fundamento no será cosa fácil, pues deben volver de
raíz. El hombre debe llegar, tocar, sentir y soportar el abismo y la dureza de
este, solo así podrá sobrevenir el fundamento.
Nacen
nuevas preguntas, ¿Cómo retorna este Dios al mundo, donde aún no se cree en lo
divino?, ¿Hacia dónde podría ir ese Dios?, ¿Serán nuevos dioses o volverán los
que huyeron? Dios regresa solo en el momento indicado, solo cuando el humano
haya cambiado todo lo que le compete de la forma correcta y en el lugar
correcto. Y por mucho que sea la espera, por mucho que se demore el hombre en
arreglar sus congojas, valdrá la pena según las divinidades. Exactamente sucede
así, el tiempo se extiende y se profundiza en las penurias, el hombre es
incapaz de darse cuenta de su necesidad real, solo busca tapar esa carencia con
lo que sea, sin entender verdaderamente lo que sus almas buscan. Heidegger
recalca una y otra vez que la penuria puede ser eterna, esta trae consigo un terror como sinónimo de cambio, pero que
no producirá nada en los mortales mientras no exista un cambio real en ellos,
para esto deben encontrar su esencia.
Pero, ellos se encuentran más cerca de
una ausencia, ya que no ven lo que
realmente importa, viven en una
rutina, están atrapados y amenazados por una presencia que los consume y los aleja de la esencia.
Hay
en este mundo señales que llevarán a las criaturas a alcanzar el abismo. En el
texto de Hölderlin los poetas señalan que las pistas son dadas por los dioses
que huyeron. Para Hölderlin, es Dionisio quien deja las huellas, las que
servirán de guía para los hombres, para desaparecer esas tinieblas. Aquí
llegamos al para qué de los poetas en esta ciudad. Estos mortales eran quienes
cantaban al dios del vino (Dionisio), ellos sentían el rastro de los dioses y
los seguían, eran los más conscientes, tenían como tarea señalar aquel camino a
los otros hombres.
Es
el poeta el único que a pesar de toda tiniebla logra su cometido, logra
expresar poéticamente la esencia de la poesía. No se pierde en el camino
gracias a los dioses que lo iluminan, es entonces el poeta, el que dice lo
correcto en el momento correcto. Existe una poesía pensante por sobre un pensar
poético.
De
no estar los poetas, las tinieblas serían peores. De no estar los poetas, el
cambio sería imposible. El pensamiento comienza a dialogar con la poesía, como
afirma la filosofía, se cae en una fantasía ensoñada. El poeta ve en la huella
del Pan, a Cristo, y en la huella del Vino, a Dionisio. Ambos símbolos del ser. ¿Y qué es entonces el ser?, ¿Qué
son los seres? El ser (sein) se
refiere a la existencia de estas cosas, el hecho de que simplemente sean, fundamenta
a las cosas. Se dice antes del siglo XX que es un ser trascendente, es la
divinidad, como se refleja en la elegía, los dioses son el ser, son la esencia
absoluta, el fundamento de todo. En
cambio, los seres (seindes), son las
cosas que existen: objetos, hechos, procesos, etc. A partir del siglo XX el lenguaje es el nuevo
Ser, se echa afuera la esencia. De aquí el término que definirá el ser en el mundo (Dasein). ¿Será Rilke[6] un
poeta en tiempos de penuria?
¿Qué
será la noche hoy para los hombres?, ¿Qué serán los poetas en la actualidad?, ¿Serán
a caso los sacerdotes de los dioses aún? Surgen muchas preguntas a partir de
esta elegía, explicaciones que solo encontraremos viendo más allá de lo
tangible. Hay que ver las señales y tocar el abismo, para llegar a la verdad, a
lo único que importa, la esencia.
[1] Traducción al
español: “De no estar tú, el bosque sería demasiado grande”. Kobayashi Issa,
autor Japonés.
[2]
Johann Christian Friedrich Hölderlin. Poeta clásico Alemán. Pertenece al
movimiento de renovación espiritual.
[3] Friedrich Hölderlin. Elegía Pan y
Vino, número 3. Año 1798. Página 2.
[4] Filósofo clásico ateniense. Maestro
de Platón. Principal exponente de la filosofía de la Antigua Grecia.
[5] Conocido también como Heracles,
Héracles. Héroe de la mitología griega. Considerado hijo de Zeus y Alcmena. El
nombre con el que se le conoce fue impuesto por Apolo, a través de la Pitia.
[6] Rainer María Rilke. Poeta más
importante en alemán y de la literatura universal. Sus obras principales son
las elegías de Diuno y los Sonetos de Orfeo.
Autor de varias obras en francés.
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