Blog creado especialmente para la publicación de textos escritos por alumnos en clases de Teoría Literaria I de Universidad de las Américas sede Santiago Centro durante el año 2013. Invito a los alumnos, independiente de su año de estudios o egreso y a cualquier persona que por "coincidencia" encuentre este blog, sentirse libres de opinar en este lugar del ciberespacio. Literatura es un campo amplio y ambiguo, por lo tanto, no existe opinión errada, solo algunas más acertadas que otras.

viernes, 26 de abril de 2013

¿Y para qué dioses en tiempos de penuria?

Por Mizraim Bravo
A casa ha vuelto, del mar, el marino,
del ha vuelto a casa el cazador
Robert Louis Stevenson


       El texto de Martin Heidegger ¿Y para qué poetas? De su libro Caminos de Bosque se plantea una pregunta que retoma Rilke a través de unos versos de Hölderlin: “¿y para qué poetas en tiempos de penuria?”  La palabra tiempo viene a referirse a lo que nosotros mismos pertenecemos, entramos en el mundo, en el tiempo, desde un génesis hacia una muerte, pero no tenemos conciencia de nuestra duración o mortalidad. Aquí Heidegger comienza a dirigir su pensamiento sobre el fin de los dioses y las consecuencias que trae la desaparición de una presencia y una inmanencia en el mundo, sobre el perfeccionamiento de la técnica que nos pone como simples espectadores frente al orbe como una voluntad de una voluntad que nos aleja del Ser.
Entonces ¿Qué se pregunta el filósofo? ¿La ausencia del sustento de un dios para el mundo? o ¿El conocimiento de una duración en el mundo? Heidegger dice que tras la muerte de Hércules, Dionisio y Jesús el mundo pierde la divinidad que aclaraba las cosas (entes) que les daba su excusa en la realidad  y que debido a esta huida, a este abandono del mythos al logos[1]el mundo cae en un abismo, una noche sagrada en el cual se precipita la humanidad o como mejor nos señala Homero en unos pasaje de la Ilíada:

…y él (Zeus) me habría arrojado  desde el éter al mar, fuera del alcance de la vista, si no me hubiera salvado la Noche, domadora de los dioses y de los hombres; a ella acudí en mi huida y Zeus cesó, a pesar de estar irritado, pues temía hacer cosas que desagradaran a la Noche rápida[2].

La noche rápida se refiere a esta ausencia de los inmortales que nos acerca a nuestra mortalidad tal como nuestra profanidad nos acerca a lo sagrado y las huellas al animal, los dioses nos arrojan de su residencia hacia al mundo, para el tiempo. Pero en su éxodo, los dioses dejan un rastro, hierofanías, vestigios sagrados que el poeta puede percibir y que nos pueden señalar el camino hacia el cambio.
El poeta canta lo sagrado en la noche del mundo, así razona su poesía de una manera filosófica, la palabra poética se transforma en una pregunta por el Ser. En tiempos de penuria dice Heidegger, no escuchamos a los poetas, pensamos en los entes y no el Ser. La poesía es experimentar lo inexperimentado, lo que está fuera de lo fenoménico, lo que se encuentra en lo neumónico según términos de Emmanuel Kant.
Cabe señalar que el diálogo para la filosofía es un desvío de las preguntas por el Ser, sin embargo esto cambia cuando dialoga con la poesía. Desde Platón y el mundo de las ideas donde las cosas derivan de las formas perfectas y eternas, las cuales se nos presentan en objetos diarios. Solo podemos estar en contacto con esas formas perfectas recordándolas a través de la anamnesis que es como el hombre atraviesa distintos ciclos de vida y que durante este transitar conocemos las formas fuera del tiempo y del espacio, pero que al momento de nacer las olvidamos. Según Platón a través de la razón comenzamos lentamente a recordarlas y los sujetos que están más en contacto con la “razón” son los filósofos, los adecuados para gobernar. La filosofía expuesta por Platón en la República es más sistema de gobierno que duplica el mundo que una pregunta por el Ser como fundamento del mundo.
Así mismo Descartes  intentó encontrar un sistema filosófico que fuera tan exacto como las matemáticas llevando sus trabajos por la duda como criterio de análisis desechando los sentidos como medios de conocimientos verdaderos, ya que en los sueños las cosas nos parecen tan reales como en la vigilia, abandona entonces lo sensorial, el hombre solo habita un cuerpo, nace el fantasma en la máquina. Continuando con su método confía su filosofía a las matemáticas, despierto o no, dos más dos son cuatro pero se pregunta (parodiaré esta pregunta) ¿y si el universo fuera escrito, nuestras acciones y pasiones, odio, pensamiento, errores, matemáticas, árboles, mundo, fuera producto de un genio maligno, que nos engaña? En este punto Descartes abandona las matemáticas como axioma absoluto. Descartes al lado de su estufa meditativo reflexiona que de lo único que no puede dudar es de su propio pensamiento, puede estar mi cerebro en una cubeta siendo inoculado por una serie de sensaciones, ser escrito y pensado pero de lo único que puedo estar seguro es de mi pensamiento, cogito, ergo sum (pienso luego existo) la rex extensa se la deja a Dios y su idea de perfección e infinita misericordia en nuestro pensamiento. Quise dar estos ejemplos solo para ilustrar el olvido del Ser por parte de la filosofía y su inclinación por la técnica desde Descartes.
Heidegger piensa que  solo a través de la poesía nos damos cuenta de nuestra finitud en un universo infinito, el hombre nos dice, es arrojado al mundo pero solo se da cuenta de su arrojo por medio de la palabra, pero solo en el riesgo (duración en la Noche) es capaz de liberarse de una concepción contemplativa del mundo (Ser) y se sitúa como un ser-en-el-mundo (Dasein) y no como la imagen del mundo que ha producido la técnica, el poeta canta lo ser de lo ente arrojado. El mundo está hecho de palabras y solo a través de ellas abandonamos la representación y volvemos al Ser.
Es necesario que los dioses mueran entonces para que, nosotros mortales, nos sepamos como un hilo en un delicado telar. Volvemos a la noche primigenia para repetir el comienzo del mundo, el ritual fantástico: destripar al gran monstruo, sangrar con su sangre, esparcir sus entrañas, que el mundo nazca de una muerte hacia una muerte, treinta piezas de plata de los fariseos,  una garganta atravesándome el cuchillo. Nos parece que estamos destinados a la desidia, ¿preferible vivir en un acantilado que en la marasmo y la apatía? ¿O son solo residencias de lo sagrado en la vida moderna?
Si, como dice Locke, Dios es producto de la actividad intelectual humana, si Sócrates toca un aria a Apolo previo a la cicuta y el ateo que pide la extremaunción antes de morir, Dios nos sabe a un sacrificio  para ser ultimado y hacernos preguntar por el Ser. Alejandra Pizarnik  lo explica magistralmente en su ensayo sobra la condesa Báthory, La condesa Sangrienta:

…hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio.

Pizarnik a través de los asesinatos de Báthory nos muestra cémo el ritual  aún nos rodea: Un hijo mata a su padre, el padre mata a su hijo, el esposo a la esposa, Nerón viola a su madre Agripina para que la melodía se repita. Dios es un vaivén entre lo sagrado y lo profano, música para el poeta, las cuerdas, el cuerpo lacerado.




[1]  El paso de las narraciones orales o escritas que dan explicación y favor sobre el origen del mundo o el viaje después de la muerte y las batallas de los dioses hacia la aparición de los filósofos que pusieron el Logos como centro de sus reflexiones.
[2] G. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield, Los filósofos presocráticos. Editorial Gredos, pág.38. Madrid 2003.

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