Blog creado especialmente para la publicación de textos escritos por alumnos en clases de Teoría Literaria I de Universidad de las Américas sede Santiago Centro durante el año 2013. Invito a los alumnos, independiente de su año de estudios o egreso y a cualquier persona que por "coincidencia" encuentre este blog, sentirse libres de opinar en este lugar del ciberespacio. Literatura es un campo amplio y ambiguo, por lo tanto, no existe opinión errada, solo algunas más acertadas que otras.

sábado, 18 de mayo de 2013

El espejo se trizó


Por Daniela Martínez
Una de las definiciones de cordura
es la capacidad de distinguir
lo real de lo irreal. Pronto necesitaremos
una nueva definición
Alvin Toffler

Al pensar en los estudios literarios tenemos que comprender que su punto de partida es la interpretación y análisis de la obra literaria misma, no obstante, esta acción no saca a la  obra literaria de su contexto cultural. "Las obras literarias no están fuera de la cultura, sino que la coronan", dice Ángel Rama. Cuando hablamos de contexto cultural, no hacemos solo referencia al autor, sino que, incluimos lo histórico, filosófico, económico, etc.
El Realismo ha sido por largo tiempo la puerta de entrada y espejo de la realidad, como olvidar la gran obra Martín Rivas de Alberto Blest Gana, cuya descripción es minuciosa y su estudio ha servido a disciplinas como la historia para entender la sociedad del siglo XIX. Debido a este aspecto, es que se denomina  novela histórica y nos servirá  como punto de partida para nuestro análisis. En esta época la literatura buscaba ser un reflejo de realidad y para ello utilizaba recursos como los que se ven en la obra ya mencionada, o en muchas otras que siguen con el mismo estilo. Sin embargo, mi análisis se centrará en un cuento, uno muy diferente a lo que podíamos concebir como tal, consta de una carta que busca constantemente ser espejo de la realidad. La obra se llama Carta de un loco y si bien se presenta como una verdad no cuestionable no debemos olvidar que es literatura. No siempre fue considerado el género epistolar como un elemento de esta disciplina, pero con el correr de los años y el descubrimiento del nuevo mundo no se puede pasar por alto su existencia, de ser así deberíamos invisivilizar las cartas de relación de Pedro de Valdivia o el diario de vida de Cristóbal Colón, sin olvidar las crónicas de conquista de autores como Gerónimo de Vivar o Pedro Mariño de Lobera.
La definición de literatura que se ha construido a lo largo del tiempo acepta a la ficción como un elemento propio de su existencia al igual que el lenguaje retórico y otros elementos, esta definición ha sido cuestionada  por Grínor Rojo, ensayista y crítico literario chileno,  quien  nos señala que definir literatura es algo complejo debido a que está compuesta por elementos presentes en otras disciplinas. Este aspecto esta intrínsecamente relacionado con lo que Sartre nos menciona cuando dice que el autor debe ser un sujeto comprometido con su labor, ya que esta ocupación conlleva la propuesta de una ideología o una perspectiva y con ello un cambio de mentalidad en el lector, la misma idea había sido abordada por Bajtín quien relaciona directamente el arte con la responsabilidad que conlleva su ejecución. La literatura no puede percibirse como un elemento inofensivo, como una propuesta ingenua, puesto que, conlleva una carga ideológica y sociocultural que permite su producción en un momento determinado de la historia.
La existencia de esta carta permitirá otro análisis que ha sido desarrollado por Roberto González Echavarría en su escrito, Mito y archivo: una teoría narrativa latinoamericana, en el cual se habla sobre la relación del hombre con los archivos que se obtienen de su análisis, estos escritos son los que se transformarán en mitos. Los personajes del siglo XIX se van construyendo a través de estos archivos, aspecto que presenciaremos en este cuento, los ambientes que se incluyen dentro de los relatos realistas mediados por las ciencias naturales son; psiquiátricos, hospitales, o centros médicos en general y lo que conocemos de ellos se construye a través de archivos.
La carta de un loco posee un narrador protagonista quien le escribe a un doctor sobre las alucinaciones que ha tenido para que este lo ayude. El autor de esta obra cuyo nombre es Henry-René Albert Guy de Maupassant presenta al igual que su personaje disturbios nerviosos, a causa de una sífilis y ello lo impulsa a cometer varios intentos de suicidio. Esta diferencia entre el personaje o autor de la obra  y el autor real se ha ignorado, y se ha dado por hecho que la escritura de Maupassant ha sido real debido a la presencia de problemas mentales similares a los de sus personajes. No obstante, siempre debemos realizar una extraposición de ambos autores aunque consideremos que aspectos de la vida del autor real pueden verse reflejados en su obra, esta no es un reflejo de ella sino que, el discurso que se construye está iluminado con pequeños gestos  de la experiencia real del autor del texto.
Dentro del contexto en que está inmerso este escrito es importante comprender que la ciencia buscaba ser exacta y la literatura ser ciencia. Esta temática es la que se desarrollará en esta carta, a lo largo de ella el personaje principal de quien no se dice nombre, edad, aspecto o alguna característica que lo determine, puesto que es su interioridad lo relevante, va a cuestionar la eficacia de los sentidos al momento de conocer nuestra realidad. La ciencia para Thomas Kuhn en su obra La estructura de las revoluciones científicas, 1962, explica esta idea,  esta disciplina varía de acuerdo a las circunstancias y posibilidades intelectuales que están sujetas al cambio. Por ello, en algunos momentos de la historia se pensó que los sentidos podrían entregarnos un conocimiento acabado de la realidad, esta teoría se conoce como el empirismo cuyos máximos exponentes son John Locke y David Hume. No obstante, en este momento se tiende a cuestionar la eficacia de los sentidos al momento de entregarnos los conocimientos en que nos basamos.
Dentro del cuento se critican  los cinco sentidos, se comienza por la vista, esto ataca directamente la imagen, el reflejo, lo retiniano del ojo, la cultura se ha centrado en su existencia y su ausencia permite ver y no mirar las cosas, da una mayor profundidad a lo que percibimos si no nos centramos solo en la visión. Maupassant  menciona que la visión nos engaña en tres aspectos: las dimensiones, las formas y los colores. En consecuencia, no sabemos ni podemos ver casi nada, por lo que el universo en su totalidad está oculto de nuestra percepción visual desde lo más pequeño inserto en lo más inmenso, hasta lo más ínfimo que habita en un elemento pequeño, pero perceptible al ojo humano. Por tanto, nuestra visión de la realidad es parcelada y debemos asumir nuestra limitación del conocimiento, no podemos conocer lo que no percibimos, una forma de hacerlo es a través de la visión, pero esta es parcial, por tanto nuestro conocimiento es mucho más reducido de lo que nos gustaría asumir, por ello  es cuestionable.
El segundo sentido que critica es el oído, más peligroso que el ojo puesto su cualidad principal es la fantasía, porque la naturaleza es muda, sin embargo, el oído es capaz de producir distintas vibraciones en forma de sentidos, lo que a su vez dio paso a la existencia de la música, arte que el autor define como extraño, el más poético y preciso de todas las artes, que es vaga como un sueño y es exacta como el álgebra.
Continúa su análisis con el gusto y el olfato, a los que atribuye la importancia de detectar un perfume o sentir un gusto especial, no obstante, es algo tan superficial que la ausencia del oído, el gusto y el olfato reducirían algunas de las cosas que conocemos, pero esto no produciría mayor efecto. Sin embargo, sería más importante poseer más sentidos que nos permitan conocer lo que jamás hemos conocido, por falta de medios que nos permitan su constatación. Desde ahí surge su aseveración de que “todo es falso, todo es posible, todo es dudoso”. Esta idea de que los sentidos no nos pueden dar un conocimiento acabado de realidad se percibe en el Idealismo, propuesta filosófica cuyo precursor es Immanuel Kant, quien nos dice que no podemos conocer las cosas en sí “noúmenos” sino que, solo conocemos las cosas de acuerdo a lo que los sentidos nos entregan de ellas, y esto es un conocimiento limitado.
Un aspecto importante de recalcar en la obra, es que el personaje busca ayuda en el doctor, pone su existencia y problemas mentales en manos de un especialista que está relacionado con la ciencia, para que él le entregue soluciones y respuesta a sus dudas. No obstante, a pesar de que el personaje busca respuestas estas no le son entregadas, por ello finaliza diciendo: “Ésta es mi confesión, querido doctor. Dígame qué debo hacer”, con ello deja claro la búsqueda de un fin, la idea de encontrar  un puerto, pero al no dar una respuesta en la obra la interpretación que se le puede dar es aporía, la conciencia de que la literatura no busca un puerto o de que esa posibilidad es irreal y el autor lo explicita en su relato.
La temática de la obra es la incertidumbre, cuestionamiento constante, es más bien como la penuria que describe Heidegger en su texto “Para qué poetas en tiempos de penuria”, sin embargo, esta sensación ya no es producida por una ausencia de Dios, sino que, la ciencia, disciplina que debía responder todo tipo de preguntas de forma exacta no basta para explicar la realidad, y se encuentra atada de manos antes la incertidumbre misma de la vida. La penuria en este cuento es asumida como una realidad contra la cual se debe luchar o buscar explicación, este desasosiego se genera cuando el personaje presenta alucinaciones que se han catalogado como patologías psiquiátricas, de ahí que debemos considerar la importancia de la ciencia, determina los parámetros de normalidad y enfermedad. Esta delgada línea entre la cordura y la locura será un tópico recurrente en la literatura, y a través de ella se podrá juzgar gran parte de los elementos que nos condicionan en uno u otro parámetro. Dentro de la obra podremos apreciar esta oposición al momento en que el personaje se mira al espejo, es un breve instante en que se enfrenta a la dualidad presente ya en su exterior, pero esta vez de forma interna, se hace visible un miedo y esa consolidación es lo que genera aún más terror, es la penuria en sí misma. Esta visión es lo que Heidegger relaciona con el hombre y el mundo, en un principio cuando se considera la existencia de Dios el hombre está en el mundo, pero sin esta presencia el hombre está frente al mundo, es la misma analogía que el hombre frente al espejo. El espejo durante mucho tiempo ha servido como reflejo de la realidad, no obstante, en la obra se nos muestra que el espejo refleja una realidad distinta de la que logra percibir el personaje, por tanto, el espejo complejiza esta relación de mímesis que nos entregaba este objeto. La literatura es como ese espejo ya no desde una visión clásica, porque encierra la intencionalidad del autor, la oralidad y el texto escrito, lo que finalmente nosotros percibimos. Debido a ello, siempre debemos realizar una lectura atenta y consciente de la doble naturaleza del lenguaje, es decir, un discurso hacia el interior del texto y otro que al mismo tiempo va hacia el exterior. La primera lectura como dijo Barthes, la superficial, no ve la doble naturaleza del lenguaje, y solo responde a lo textual, lo explícito, en cambio, una lectura profunda, actúa como un mecanismo bifronte y ese debe ser nuestro objetivo, el poder percibir la  duplicidad de la obra artística.
La mezcla de ambas perspectivas que permitieron hacer confluir un análisis desde el contexto de producción en que está sumido este cuento y desde su estructura, tópico central y la forma en que está narrado nos permiten ver una crítica muy fuerte a la época en que está inmerso este escrito. El autor nos dice por un lado que la ciencia es la encargada de entregar las respuestas que necesitamos a problemas como las enfermedades mentales, pero al mismo tiempo no nos da una respuesta por lo que no nos basta la ciencia para resolver la complejidad de la vida. Este espejo no es solo el objeto sino que es un cambio de paradigma, ya no es un reflejo de la realidad porque esa visión no incluía los monstruos, fantasmas o entes que ahora si podemos al menos dudar de su existencia. Con esta perspectiva se termina la certeza que nos daba el empirismo, nuestro sentidos ya no son suficientes para dar cuenta de la realidad y nuestro lenguaje es limitado. Una forma de concebirlo es pensar en un cuadro de Caspar David Friedrich, pintor alemán, una de sus obras es El caminante sobre el mar de nubes, en él vemos a un hombre frente a la inmensidad, esa inmensidad es la que no conocemos, lo que está más allá de todos nuestros sentidos y sin embargo, desde nuestra falta de herramientas para lograrlo queremos dar cuenta de ello. Esto es lo que sucede con el lenguaje, no debemos pensar en lo que se nos dice sino en todo aquello que se omite, es ahí donde está la real riqueza de una obra y nuestro trabajo es buscar siempre su doble lectura.

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