Por
Daniela Martínez
Una de las definiciones
de cordura
es la capacidad de
distinguir
lo real de lo irreal. Pronto
necesitaremos
una nueva definición
Alvin Toffler
Al pensar en los estudios
literarios tenemos que comprender que su punto de partida es la interpretación
y análisis de la obra literaria misma, no obstante, esta acción no saca a la obra literaria de su contexto cultural.
"Las obras literarias no están fuera de la cultura, sino que la
coronan", dice Ángel Rama. Cuando hablamos de contexto cultural, no
hacemos solo referencia al autor, sino que, incluimos lo histórico, filosófico,
económico, etc.
El Realismo ha sido por
largo tiempo la puerta de entrada y espejo de la realidad, como olvidar la gran
obra Martín Rivas de Alberto Blest
Gana, cuya descripción es minuciosa y su estudio ha servido a disciplinas como
la historia para entender la sociedad del siglo XIX. Debido a este aspecto, es
que se denomina novela histórica y nos
servirá como punto de partida para
nuestro análisis. En esta época la literatura buscaba ser un reflejo de
realidad y para ello utilizaba recursos como los que se ven en la obra ya
mencionada, o en muchas otras que siguen con el mismo estilo. Sin embargo, mi
análisis se centrará en un cuento, uno muy diferente a lo que podíamos concebir
como tal, consta de una carta que busca constantemente ser espejo de la
realidad. La obra se llama Carta de un
loco y si bien se presenta como una verdad no cuestionable no debemos
olvidar que es literatura. No siempre fue considerado el género epistolar como
un elemento de esta disciplina, pero con el correr de los años y el
descubrimiento del nuevo mundo no se puede pasar por alto su existencia, de ser
así deberíamos invisivilizar las cartas de relación de Pedro de Valdivia o el
diario de vida de Cristóbal Colón, sin olvidar las crónicas de conquista de
autores como Gerónimo de Vivar o Pedro Mariño de Lobera.
La definición de literatura
que se ha construido a lo largo del tiempo acepta a la ficción como un elemento
propio de su existencia al igual que el lenguaje retórico y otros elementos, esta
definición ha sido cuestionada por
Grínor Rojo, ensayista y crítico literario chileno, quien nos señala que definir literatura es algo
complejo debido a que está compuesta por elementos presentes en otras disciplinas.
Este aspecto esta intrínsecamente relacionado con lo que Sartre nos menciona
cuando dice que el autor debe ser un sujeto comprometido con su labor, ya que
esta ocupación conlleva la propuesta de una ideología o una perspectiva y con
ello un cambio de mentalidad en el lector, la misma idea había sido abordada por
Bajtín quien relaciona directamente el arte con la responsabilidad que conlleva
su ejecución. La literatura no puede percibirse como un elemento inofensivo,
como una propuesta ingenua, puesto que, conlleva una carga ideológica y
sociocultural que permite su producción en un momento determinado de la
historia.
La existencia de esta carta
permitirá otro análisis que ha sido desarrollado por Roberto González Echavarría
en su escrito, Mito y archivo: una teoría
narrativa latinoamericana, en el cual se habla sobre la relación del hombre
con los archivos que se obtienen de su análisis, estos escritos son los que se
transformarán en mitos. Los personajes del siglo XIX se van construyendo a
través de estos archivos, aspecto que presenciaremos en este cuento, los
ambientes que se incluyen dentro de los relatos realistas mediados por las
ciencias naturales son; psiquiátricos, hospitales, o centros médicos en general
y lo que conocemos de ellos se construye a través de archivos.
La carta de un loco posee un
narrador protagonista quien le escribe a un doctor sobre las alucinaciones que
ha tenido para que este lo ayude. El autor de esta obra cuyo nombre es Henry-René
Albert Guy de Maupassant presenta al igual que su personaje disturbios
nerviosos, a causa de una sífilis y ello lo impulsa a cometer varios intentos
de suicidio. Esta diferencia entre el personaje o autor de la obra y el autor real se ha ignorado, y se ha dado
por hecho que la escritura de Maupassant ha sido real debido a la presencia de
problemas mentales similares a los de sus personajes. No obstante, siempre
debemos realizar una extraposición de ambos autores aunque consideremos que
aspectos de la vida del autor real pueden verse reflejados en su obra, esta no
es un reflejo de ella sino que, el discurso que se construye está iluminado con
pequeños gestos de la experiencia real
del autor del texto.
Dentro del contexto en que
está inmerso este escrito es importante comprender que la ciencia buscaba ser
exacta y la literatura ser ciencia. Esta temática es la que se desarrollará en
esta carta, a lo largo de ella el personaje principal de quien no se dice
nombre, edad, aspecto o alguna característica que lo determine, puesto que es
su interioridad lo relevante, va a cuestionar la eficacia de los sentidos al
momento de conocer nuestra realidad. La ciencia para Thomas Kuhn en su obra La estructura de las revoluciones
científicas, 1962, explica esta
idea, esta disciplina varía de acuerdo a
las circunstancias y posibilidades intelectuales que están sujetas al cambio.
Por ello, en algunos momentos de la historia se pensó que los sentidos podrían
entregarnos un conocimiento acabado de la realidad, esta teoría se conoce como
el empirismo cuyos máximos exponentes son John Locke y David Hume. No obstante,
en este momento se tiende a cuestionar la eficacia de los sentidos al momento
de entregarnos los conocimientos en que nos basamos.
Dentro del cuento se critican
los cinco sentidos, se comienza por la
vista, esto ataca directamente la imagen, el reflejo, lo retiniano del ojo, la
cultura se ha centrado en su existencia y su ausencia permite ver y no mirar
las cosas, da una mayor profundidad a lo que percibimos si no nos centramos
solo en la visión. Maupassant menciona
que la visión nos engaña en tres aspectos: las dimensiones, las formas y los
colores. En consecuencia, no sabemos ni podemos ver casi nada, por lo que el
universo en su totalidad está oculto de nuestra percepción visual desde lo más
pequeño inserto en lo más inmenso, hasta lo más ínfimo que habita en un
elemento pequeño, pero perceptible al ojo humano. Por tanto, nuestra visión de
la realidad es parcelada y debemos asumir nuestra limitación del conocimiento,
no podemos conocer lo que no percibimos, una forma de hacerlo es a través de la
visión, pero esta es parcial, por tanto nuestro conocimiento es mucho más
reducido de lo que nos gustaría asumir, por ello es cuestionable.
El segundo sentido que critica
es el oído, más peligroso que el ojo puesto su cualidad principal es la
fantasía, porque la naturaleza es muda, sin embargo, el oído es capaz de
producir distintas vibraciones en forma de sentidos, lo que a su vez dio paso a
la existencia de la música, arte que el autor define como extraño, el más poético
y preciso de todas las artes, que es vaga como un sueño y es exacta como el
álgebra.
Continúa su análisis con el
gusto y el olfato, a los que atribuye la importancia de detectar un perfume o
sentir un gusto especial, no obstante, es algo tan superficial que la ausencia
del oído, el gusto y el olfato reducirían algunas de las cosas que conocemos,
pero esto no produciría mayor efecto. Sin embargo, sería más importante poseer
más sentidos que nos permitan conocer lo que jamás hemos conocido, por falta de
medios que nos permitan su constatación. Desde ahí surge su aseveración de que
“todo es falso, todo es posible, todo es dudoso”. Esta idea de que los sentidos
no nos pueden dar un conocimiento acabado de realidad se percibe en el Idealismo,
propuesta filosófica cuyo precursor es Immanuel Kant, quien nos dice que no
podemos conocer las cosas en sí “noúmenos” sino que, solo conocemos las cosas
de acuerdo a lo que los sentidos nos entregan de ellas, y esto es un conocimiento
limitado.
Un aspecto importante de
recalcar en la obra, es que el personaje busca ayuda en el doctor, pone su
existencia y problemas mentales en manos de un especialista que está
relacionado con la ciencia, para que él le entregue soluciones y respuesta a
sus dudas. No obstante, a pesar de que el personaje busca respuestas estas no
le son entregadas, por ello finaliza diciendo: “Ésta es mi confesión, querido
doctor. Dígame qué debo hacer”, con ello deja claro la búsqueda de un fin, la
idea de encontrar un puerto, pero al no
dar una respuesta en la obra la interpretación que se le puede dar es aporía,
la conciencia de que la literatura no busca un puerto o de que esa posibilidad
es irreal y el autor lo explicita en su relato.
La temática de la obra es la
incertidumbre, cuestionamiento constante, es más bien como la penuria que
describe Heidegger en su texto “Para qué poetas en tiempos de penuria”, sin embargo, esta sensación ya no es
producida por una ausencia de Dios, sino que, la ciencia, disciplina que debía
responder todo tipo de preguntas de forma exacta no basta para explicar la
realidad, y se encuentra atada de manos antes la incertidumbre misma de la vida.
La penuria en este cuento es asumida como una realidad contra la cual se debe
luchar o buscar explicación, este desasosiego se genera cuando el personaje
presenta alucinaciones que se han catalogado como patologías psiquiátricas, de
ahí que debemos considerar la importancia de la ciencia, determina los
parámetros de normalidad y enfermedad. Esta delgada línea entre la cordura y la
locura será un tópico recurrente en la literatura, y a través de ella se podrá
juzgar gran parte de los elementos que nos condicionan en uno u otro parámetro.
Dentro de la obra podremos apreciar esta oposición al momento en que el
personaje se mira al espejo, es un breve instante en que se enfrenta a la
dualidad presente ya en su exterior, pero esta vez de forma interna, se hace visible
un miedo y esa consolidación es lo que genera aún más terror, es la penuria en
sí misma. Esta visión es lo que Heidegger relaciona con el hombre y el mundo,
en un principio cuando se considera la existencia de Dios el hombre está en el
mundo, pero sin esta presencia el hombre está frente al mundo, es la misma
analogía que el hombre frente al espejo. El espejo durante mucho tiempo ha
servido como reflejo de la realidad, no obstante, en la obra se nos muestra que
el espejo refleja una realidad distinta de la que logra percibir el personaje,
por tanto, el espejo complejiza esta relación de mímesis que nos entregaba este
objeto. La literatura es como ese espejo ya no desde una visión clásica, porque
encierra la intencionalidad del autor, la oralidad y el texto escrito, lo que
finalmente nosotros percibimos. Debido a ello, siempre debemos realizar una
lectura atenta y consciente de la doble naturaleza del lenguaje, es decir, un
discurso hacia el interior del texto y otro que al mismo tiempo va hacia el
exterior. La primera lectura como dijo Barthes, la superficial, no ve la doble
naturaleza del lenguaje, y solo responde a lo textual, lo explícito, en cambio,
una lectura profunda, actúa como un mecanismo bifronte y ese debe ser nuestro
objetivo, el poder percibir la duplicidad
de la obra artística.
La mezcla de ambas
perspectivas que permitieron hacer confluir un análisis desde el contexto de
producción en que está sumido este cuento y desde su estructura, tópico central
y la forma en que está narrado nos permiten ver una crítica muy fuerte a la
época en que está inmerso este escrito. El autor nos dice por un lado que la
ciencia es la encargada de entregar las respuestas que necesitamos a problemas
como las enfermedades mentales, pero al mismo tiempo no nos da una respuesta
por lo que no nos basta la ciencia para resolver la complejidad de la vida.
Este espejo no es solo el objeto sino que es un cambio de paradigma, ya no es
un reflejo de la realidad porque esa visión no incluía los monstruos, fantasmas
o entes que ahora si podemos al menos dudar de su existencia. Con esta
perspectiva se termina la certeza que nos daba el empirismo, nuestro sentidos
ya no son suficientes para dar cuenta de la realidad y nuestro lenguaje es
limitado. Una forma de concebirlo es pensar en un cuadro de Caspar David Friedrich,
pintor alemán, una de sus obras es El
caminante sobre el mar de nubes, en él vemos a un hombre frente a la
inmensidad, esa inmensidad es la que no conocemos, lo que está más allá de
todos nuestros sentidos y sin embargo, desde nuestra falta de herramientas para
lograrlo queremos dar cuenta de ello. Esto es lo que sucede con el lenguaje, no
debemos pensar en lo que se nos dice sino en todo aquello que se omite, es ahí
donde está la real riqueza de una obra y nuestro trabajo es buscar siempre su
doble lectura.
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