“Tú, lector, tú te estremeces de vida y orgullo lo mismo que yo;
en consecuencia, para ti son los cantos que siguen.”
en consecuencia, para ti son los cantos que siguen.”
Walt Whitman
Ensayistas, poetas, dramaturgos, cuentistas,
novelistas… En fin, literatos. Hay muchos de ellos, unos más reconocidos que
otros, con más o menos obras, que murieron de viejos, otros jóvenes, hay
autores anónimos y con nombres bien marcados al final del trabajo intelectual.
Productores poderosos de un sinfín de obras que lograron trascender a través
del tiempo, y que son el eje en el que nos movemos cuando pensamos en leer. Uno
de esos es Oscar Wilde, escritor irlandés que vio nacer sus mejores obras a
fines del siglo XIX, sus ideas se adelantaron a la época. Siguió la corriente
esteticista, es decir, centrada en la estética del “arte por el arte”, aunque
muy alejado de la concepción frívola que podría conllevar el esteticismo, ni él
ni sus obras fueron así. Una de las grandes historias que él concibió fue El pescador y su alma cuento que evidencia lo
peor del ser humano y la sociedad entremezclado con el amor.
Partamos así por los símbolos, este cuento está lleno de
ellos, empezando por la figura de la sirena, la cual es una imagen que aparece
principalmente bajo dos aspectos, una es la de mujer-pájaro y la otra es
mujer-pez, ambas contaban con una dulce voz, la cual servía para atraer
caminantes, en el caso de la mujer-pájaro, y marinos en cuanto a la mujer-pez,
con la única intención de devorarlos. Así mismo también las sirenas son tomadas
como símbolo del deseo; de igual manera es muestra de la tentación puesta a lo
largo de la navegación para evitar el fortalecimiento del alma enamorada de su
canto, llevando a la víctima a una muerte prematura. Oswal Wirth[1] considera a la
sirena como un símbolo de la mujer y al mismo tiempo como una encarnación del
espíritu de la tierra, en contraposición del hombre, el cual es hijo del cielo.
Así en su concepción de transmigración dice: «La vida seduce a las almas de los
que están privados de ella… Las hijas de los hombres cautivan con su belleza a
los hijos del cielo, que descienden, irresistiblemente atraídos.». Esto es
evidencia suficiente que permite prever el rumbo del cuento que estamos por
analizar. Sumémosle que el cuento que analizamos nos dice: «Tan dulce era la
voz de la sirena que a veces el pescador olvidaba sus redes», «El pescador, con
los labios entreabiertos y los ojos llenos de maravilla, se quedaba muy quieto
en la barca, escuchando, escuchando hasta que la niebla llegaba arrastrándose a
envolver la embarcación y la luna tenía de plata su cuerpo de bronce.». Estas
aseveraciones nos dicen que era tal el embrujo de su voz, que el pescador no
era capaz de advertir nada más que a la sirenita.
Así mismo el agua también tiene una representación simbólica,
pues ayuda a la creación de la sirena, a la figura del pescador y la historia
misma suscitada a partir de los personajes. De esta forma vemos que el agua
tiene una consideración lóbrega al significar la muerte y la sepultura, la vida
y la resurrección, ya que al hundirnos en el agua estamos enterrando
enteramente al ser. Un hecho importante de mencionar es que esta muerte y nueva
vida es solo aparente porque la muerte
afecta solamente al hombre natural, dándole nacimiento al hombre espiritual. Que
en este caso está estrechamente conectado con la sombra, o el alma del pescador, que buscando el amor de la
sirenita decide deshacerse de ella para
poder adentrar su cuerpo al mar y vivir en las profundidades con aquella que
tanto amaba.
Por otro lado tenemos el alma, la cual tiene una
duplicidad, es decir, es un todo y una nada al mismo tiempo, representa el
cambio, las transformaciones y está relacionada con la luna por su carácter
volátil. Cuando hablamos de un todo, nos referimos a la importancia que tiene
el alma con respecto a Dios, y es también una nada porque, tal como lo dice el
pescador: « ¿De qué me sirve mi alma? No puedo verla, no puedo tocarla. No la
conozco.», se trata de algo abstracto, metafísico. En realidad, el alma es lo
más profundo del ser, la esencia tomada como algo que nos pone frente al mundo
y no en el mundo (en palabras de Heidegger), como si ocurre con las plantas y
los animales, tiene estrecha relación con la consciencia de las personas, las
que transforma en objetos incluso a otras personas para atraerlas hacia sí
mismo para su beneficio personal. Incluso el joven pescador estaba empecinado
en deshacerse de aquello que lo hacía más humano de lo que era, el alma. De
esta manera, tras el ritual que terminó con casi todas brujas dispersándose, la
maga encargada de completar el hechizo le dice al pescador: «Lo que los hombres
llaman la sombra del cuerpo no es la sombra del cuerpo, sino el cuerpo del
alma.», en pocas palabras, la esencia del ser representada en la sombra.
En cuanto a la luna, como ya está mencionado, y según
la alquimia, tiene una representación de lo impalpable, por tanto, los objetos
lunares tienen un carácter pasivo y reflejante, como un espejo, por eso la
bruja le pide al pescador bailar bajo la luna para liberar el alma del cuerpo
(por eso y por un capricho de la brujita enamorada) porque por su carácter
reflejante sería capaz de separar lo terrenal de lo espiritual, y como el
ritual no concluyó como correspondía, la bruja le entregó un cuchillo con mango
de víbora verde al pescador y le dio la indicación que se pusiera de espalda a
la luna y con el arma cortara desde sus pies, su sombra, que, como ya se
mencionó, es el cuerpo del alma, y tras eso le ordenase que se marchara, porque
así tendría que hacerlo.
Una vez separados el cuerpo del alma vemos cómo comienza
a configurarse el personaje principal, la sombra del pescador, y a través de
sus acciones se crea una cosmovisión del protagonista carente de conciencia y
corazón, se crea un tipo de personaje por medio de lo que dice y hace durante
el tiempo que vagó por el mundo en busca de algo que él mismo desconocía.
Consideremos que esta búsqueda, este
viaje, no es necesariamente una representación de los conocimientos
socio-culturales del autor, sino que es ficción y nada más, producto de su
imaginación. Como lo dijo Bajtín en su texto “Arte y responsabilidad”[2], no
necesariamente el autor tendrá la misma experiencia anímica que el personaje,
pero lo puede escribir porque imagina la situación, la representa simbólicamente
por medio del personaje creado; así mismo es el autor quien guía al personaje
por el camino ético y cognoscitivo.
Bajtín dice además que el interés vital del personaje
está comprendido por el interés artístico del autor, es decir, a dónde quiere
llegar el autor con el personaje. Por otra parte dice que para la objetividad
estética el centro valorativo es la totalidad del personaje y del suceso que le
concierne, a los cuales se les subordinan todos los valores éticos y
cognoscitivos. En cuanto al autor, él es omnisciente, todo lo sabe, conoce los
pensamientos del personaje, lo que piensan y harán los demás personajes incluso
antes que ello ocurra, es decir antes que el personaje piense en algo, el autor
ya sabe qué pensara y bajo qué circunstancias lo hará, decidirá qué camino
deberá tomar el personaje, definirá una postura en la que el personaje se
emplazará. En el caso de la historia que estamos tratando, se puede decir que
el personaje no es autobiográfico y que todo lo que hubo vivido no fue más que
una creación artística de Wilde, por lo tanto se libera de cualquier
preconcepción que se le pudiera atribuir.
Siguiendo la línea interpretativa vemos lo que Grinor
Rojo[3] nos dice: el
mundo de la literatura es ficticio, por tanto, difiere mucho del mundo real. Queda en evidencia esta
aserción en el cuento porque la idea de una separación del alma, y que ella
termine vagando por el mundo haciendo vilezas por culpa de la falta de aquel
corazón, que tanto reclamó a la hora de regresar cada año a ver a su cuerpo, al
pescador enamorado se hace más factible, más fácil de digerir.
Por otro lado muy acertado pareciera ser el pensar que
Oscar Wilde tenía clara la finalidad de la obra al momento de
introducir la figura femenina como una sirena, como algo inalcanzable para
cualquiera, se las arregló para demostrar de qué manera la sociedad puede
criticar y vapulear un hecho tan “maravilloso” (si es que se le puede llamar
así) como es el amor. Wilde tenía la consciencia que el acto de escribir, como
lo dijo Sartre[4], es un hecho
social y el escritor debe estar profundamente convencido de ello, es
responsable y se compromete con lo que escribe, por lo tanto, toda crítica
hecha dentro de la historia es parte de un acto consciente y comprometido con
sus propias palabras, es decir, él sabía lo que escribía cuando lo hacía, y por
qué lo hacía y contra qué escribía.
En consecuencia, la crítica que deseaba esbozar en el fondo
de su obra es algo que se puede ver más
allá de la escritura, aunque debemos considerar de todas maneras la forma en que
utiliza el lenguaje, ya que es lo que da un sentido total a la obra, porque el
lenguaje es “la casa del ser” tal como lo hubo dicho Heidegger y es por medio
de esa lengua como nosotros le damos un sentido especial a la obra, cómo se inserta
dentro de nuestro abanico cultural.
A propósito de todo lo
mencionado creemos que Wilde pretende evidenciar lo malo de la sociedad, dar
una crítica fuerte por medio de la sombra del pescador, cómo el hombre carente
de corazón es capaz de mentir y robar para su propio beneficio y avaricia, cómo
es capaz de pasar por alto todo con tal de satisfacer su ambición, queda en
evidencia lo mencionado gracias a las acciones realizadas por la sombra, cada
historia relatada a su regreso a la playa denota toda esa perversidad propia de
la humanidad, esa maldad intrínseca que tienen las personas y que por acto
consciente lo reprimen, ese deseo de riqueza sin medida, si pensamos que la
humanidad es mala, no parece raro pensar que todo lo que hizo la sombra no fue
más que el deseo interno del pescador, un deseo maquiavélico que diferencia a
los humanos de los animales, porque las personas parecen no sentirse
satisfechas con lo que tienen en sus manos y lo que logran, siempre buscan más
y más riqueza y poder, su deseo de más bienes materiales le hizo hacer lo que
creyó necesario, como engañar y matar. Así una frase de Marx sale a la luz «la
desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valoración del
mundo de las cosas.»[5]. Según la frase
podemos decir que mientras más desee la persona menos valdrá, así mismo ocurrió
con el pescador, la sombra deseó su riqueza, su satisfacción personal y el
nivel humano cayó tanto que perdió la poca humanidad que le quedaba, dejando en
segundo o tercer plano la bondad nacida del amor del pescador, porque no
compartían el corazón.
Después vemos como en
todo el cuento se intenta enaltecer el amor por sobre los bienes materiales
mencionados, en una interpelación que se da en cada regreso del alma y el
pescador: “—El amor es mejor que la riqueza—exclamó —, y la sirenita me ama. —No,
no hay nada mejor que la riqueza —Insistió el alma.”. Sin embargo, pierde todo
efecto cuando la sombra regresa al pescador, aunque se puede considerar que no
fue sino una manera de enseñar el valor del amor y la importancia que tiene el
seguir una tradición más apegada a las leyes religiosas. En el fondo la obra
intenta enseñar es ese valor tan desvalorizado en los tiempos actuales y
otorgarle nueva vida e importancia, demostrar que no importan las diferencias,
pues si hay amor todo es posible. Este tema del amor es fácil verlo y
compararlos con las obras trágicas del pasado (pensando en Romeo y Julieta por
ejemplo, que ambos amantes mueren por amor), porque la intertextualidad se ve
presente en muchas obras literarias y esta no fue la excepción.
Dándole los últimos
retazos a este ensayo es posible citar a Benveniste, quien nos dice que: «La
lengua del sujeto provee el instrumento de un discurso en el cual su
personalidad se libera y se crea, sale al encuentro del otro y se hace
reconocer por él… La lengua es un sistema común para todos; el discurso es el
portador de un mensaje y el instrumento de la acción.». Esta frase implica una
responsabilidad liberadora por parte de Wilde, quien quiso enseñar un valor
importante por medio de su cuento, si bien es una historia fantástica no deja
de ser rica en valores, el mensaje que quiso dar fue el del amor y la bondad,
criticando de cierto modo la religión, y la mala voluntad frente a un
sentimiento que a vista gorda parecía imposible, pero que de todas maneras se
hizo realidad.
Finalmente, es factible
comentar que, aunque no se encuentran mayores descripciones de los lugares y
los personajes (aunque sí ocurre con los personajes que la sombra observó
ocasionalmente), puede uno situarse en el lugar y crearse una imagen de los
personajes. Es bastante extraño encontrar una obra del siglo XIX que carezca
prácticamente de descripciones y argumentaciones lógicas frente a lo ilógico
(Pensando en las obras de Pöe), siendo eso es lo que llama más la atención del
autor, porque prima la enseñanza que Wilde deseó transmitir por sobre el
positivismo de la época. En cuanto a Oscar Wilde, sus obras tienen todas en la
misma dirección, como El Amigo Fiel, El Gigante Egoísta, El Príncipe Feliz, El
Famoso Cohete, entre otros muchos relatos, incluso su novela más conocida El
Retrato de Dorian Grey, transmiten una enseñanza, y eso es lo que hace más
interesante al autor y sus textos.
[1]
Wirth, Oswald en Le Tarot Des Imagiers Du
Moyen Age. París, 1927 (Traducción castellana en
Teorema, Barcelona, 1985)
[2] Bajtín Mijael: Arte y Responsabilidad; Autor y personaje en
la actividad estética Editorial Siglo Veintiuno Editores Argentina.
Argentina, 1982.
[3] Rojo, Grinor, Diez tésis sobre la crítica. Lom
Ediciones, Santiago de Chile. 2001.
[4] Sartre, Jean Paul, ¿Qué es Literatura? Losada, Buenos
Aires, 1950.
[5] Marx, Carl: Manuscritos
económicos y filosóficos 1844, activo al 05/05/2013:
http://archivo.juventudes.org/textos/Karl%20Marx/Manuscritos%201844%20-%20El%20Salario.pdf,
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