Por
Francisca Peña
Allí donde otros exponen su obra
yo solo pretendo mostrar mi espíritu.
Antonin Artaud
Interpretamos
lo sagrado de la misma manera que comprendemos nuestro entorno, de forma
superficial. Hoy la prisa cotidiana pasó a ser nuestra nueva deidad, una que
nunca nos abandona y está cuando ni siquiera la necesitamos. Somos seres
funcionales, planificamos día a día nuestro tiempo, creemos que así hacemos que nuestra vida
rinda más y que tenemos todo controlado. Esto nos hace que perdamos contacto
con otras personas, nos lleva a olvidar qué significa cuidar la tierra para que
ella nos regale sus frutos y en esta pérdida de contacto, se fundamenta la
pérdida de sentido de lo sagrado y de la vida en general. Simplemente nos hemos
deshumanizado.
La
elegía “Pan y Vino” de Friedrich Hölderlin, nos habla de una ciudad en
descanso, de la oscuridad y de una noche poderosa, de la maravillosa ciudad de
Grecia, de su geografía, de su cultura y por sobre todo de los Dioses, pero a
pesar de esto encontramos alusiones claras al Cristianismo, sobre todo en el
título.
Podemos
identificar en el poema la majestuosidad de una ciudad y el fin de esta, los
dioses han huido de este mundo, ya no existe lugar para ellos, nadie cree. Hoy
no existe lugar para lo sagrado, hoy es secundario. Antiguamente a las deidades
se les alababa como hoy lo hacemos con el dinero y con la mediocridad que pasan
en la televisión abierta, con lo material.
Este
poema está construido de nueve estrofas y tres tríadas. La primera estrofa nos
habla de una noche física o real, y luego pasa a una noche humana, espiritual.
La noche es entusiasmo, un estado provocado por el dios Dionisio (considerado
el dios extranjero). Durante el día el hombre es considerado y puede ver,
además sabe lo que busca y la noche nos hace divagar y extraviar. El hombre
solo busca la noche por placer. La tercera estrofa habla de la búsqueda de un
pasado, la cultura griega. La segunda tríada nos habla del día griego y de sus
dioses, del aporte al crecimiento de la conciencia humana.
En
la séptima estrofa se plantea la pregunta y ¿Para
qué los poetas en tiempos escasos? A lo que responde en la misma estrofa: Pero ellos son, dices tú, como los
sacerdotes sagrados del dios del vino, Los que fueron de un país a otro en
noche sagrada.
Heidegger tiempo después comenta:
Apenas
comprendemos hoy la pregunta. ¿Cómo queremos comprender ya la respuesta
dada por Hölderlin? (...) La palabra tiempo significa aquí una era, a la cual
pertenecemos también nosotros (…) La época del mundo está caracterizada por el
hecho que los dioses permanecen alejados, por la "falta del dios".
(...) La falta del dios significa que ningún dios reúne de manera visible y
unívoca a los hombres y las cosas, coordinando en dicha unión la historia del
mundo y a estancia de los hombres. (...) El tiempo ha llegado a ser tan escaso,
que el hombre no es capaz más de advertir la falta del dios que falta.[1]
Aunque
para el hombre la noche es puro entusiasmo, también es penuria. Si de día a los
hombres se les ha hecho difícil encontrar la divinidad, de noche se hace
imposible seguir las huellas que nos llevarían a los dioses. Y mientras más se
pierden las huellas más nos alejamos de
ser seres mortales capaces de identificar señales divinas. El poeta piensa en
imágenes, ese es su ser, con esto alcanza su sello característico, Hölderlin
impuso su sello, él piensa que la manifestación del ser pertenece al destino del
ser.
Hölderlin
humaniza al hombre, intenta llevarlo a una gloria olvidada. ¿Quizás su
constante evocación a los dioses sea para poder reinventarlos o sentir angustia
al no vivir con ellos? Las obras de Rilke se reúnen en dos pequeños libros Las Elegías de Duino y los Sonetos de Orfeo,
cuando escribió experimentó con la penuria del tiempo y todos sus textos están
cargados por la metafísica nietzscheana. Con tiempos de penuria no solo se
refiere a la muerte de Dios, sino que también a los humanos, quienes no conocen
su propia mortalidad ni tampoco están capacitados para hacerlo. Los mortales
son en medida que existe el lenguaje, aún no aprendemos a amar. El tiempo, para
Rilke es una completa penuria, y el desamor ayudado por la muerte pone en
nuestras vidas dolor. Pone en énfasis al hecho de que no somos capaces de
meditar sobre lo que nos rodea, sobre nuestra propia vida.
La
naturaleza es un fundamento originario, pero esto solo si el ser humano es su
fundamento. En el texto se nombra un ente, desde la antigüedad el hombre es
llamado así, esto quiere decir que el propio ser abandona por completo su
cuerpo. Como seres de carne y hueso nos encanta ir en busca de lo arriesgado,
el ser nos lleva a esa búsqueda. Y no vamos muy lejos a buscarlo, la propia
naturaleza es nuestro riesgo y esta no nos protege porque nosotros tampoco lo
hacemos por ella, pero a pesar de esto no se nos impide el paso; seguimos
destruyendo todo en nuestro camino, construyendo cosas que no necesitamos.
Rilke llama a este fenómeno lo abierto, en
su lenguaje abierto significa que no
cierra ni impide el paso, y pasando la barrera nace lo ilimitado. Excluyéndonos
del mundo, pero situándonos en él. Pero los términos abierto y riesgo son
ambiguos en cuanto al término metafísico.
Martin
Heidegger intenta responder a la interrogante ¿Para qué poetas en tiempos de penuria? por medio de estos dos
poetas, esta respuesta es difícil de entender, ya que no es fácil de
descifrar su forma de escribir. Estos y
otros poetas son los únicos capaces de señalarnos el camino hacia un posible
cambio, una salida de la oscuridad, pero ¿Es posible que logren indicarnos ese
camino si ellos están sumidos en una noche llena de depresiones, tristezas,
penas de amor, etc.? Y ¿Cómo podríamos creer en ellos si ya no creemos lo
bastante en Dios? Es evidente que regresaremos a ellos cuando nos veamos
asustados y acorralados por nuestros miedos, cuando no encontremos salida a
nuestros problemas y esto ha sido así desde siempre.
La
poesía es un vehículo para llevar al ser hacia el más allá de todo tiempo. Se
nos hace difícil entender este texto, ya que, Heidegger utiliza todos sus
conceptos, otra posibilidad de no entenderlo es un problema de la traducción o
del propio autor. Además de intentar
responder a la interrogante, se hace una crítica a los nuevos tiempos
modernos, lo que provoca que el hombre solo se relacione con el mundo como un
objeto que solo se utiliza y abusa, no se cuida ni menos lo respetamos. El
hombre ha negociado con todo lo que está a su alcance incluso con él, y es
quizás por esto que es su propia poesía, la que habla del ser y su propio ser,
la que es medio y finalidad, palabras que solo nos ayudarán a encontrar el
camino hacia la antigua Grecia.
El
hombre se convierte en su propio material constructor de metas propuestas para
“ser feliz”, esto comienza en la época moderna, se inicia una búsqueda de la
verdad absoluta. La ciencia no nos permite vivir como seres naturales, todo lo
que existió antes ha desaparecido con los nuevos avances de “supuesta comodidad”.
En una carta Rilke escribe: Ahora,
procedentes de América, nos invaden cosas vacías e indiferentes, cosas solo
aparente, engañifas de vida…[2]
Pero esto solo hace alusión a la
edad moderna, europea sobre Europa. Y está claro que lo americano no es lo único
que nos ataca, sino que también lo hace la técnica con la que nosotros
enfrentamos esta situación, con la que construimos el día a día. Queramos o no
seguimos siendo el patio trasero de los Estados Unidos, y no lo digo solo por
Sudamérica, hoy se incluye a todo el mundo. Con la técnica anteriormente
mencionada bloqueamos u obstruimos todo lo que se nos ha dejado abierto, lo que
hacemos de forma involuntaria.
La
voluntad en la vida del hombre ha sido una constante amenaza, en el sentido de
la autoimposición en todo. Piensa que por medio de una liberación,
transformación y acumulación de energías, de respeto a la naturaleza la vida en
este medio puede ser más soportable. Y para esto necesita la ayuda de una fe,
de una creencia más poderosa que él. La fe o un dios traen consigo la
salvación, el cambio de actitud, puede que algunos lo hagan pocos minutos antes
de que su cuerpo pierda conciencia total de la vida.
Nos
sentimos seguros siendo creyentes, pero para sentir esto primero debemos ir en
busca del peligro, necesitamos no estar protegidos. Puede que esta
desprotección amenace nuestra esencia y perdamos lo abierto.
En
el texto se hace alusión a un círculo, donde se encuentra el dentro de lo ente.
Ser significa estar presente y lo único que está presente es la propia
presencia, una presencia iluminadora y guiadora. Rilke también habla de la
“esfera del ser”, él no lo piensa
desde la perspectiva del ser en el sentido iluminador, sino el ser en el
sentido de una presencia. Esto es que tanto lo abierto como lo cerrado carecen
de límites, fuerza y actúa una sobre las otras.
En
la metafísica actual la esfera interna es invisible, esta Descartes la señala
como conciencia del ego cogito[3]
y Pascal como la lógica del corazón. Heidegger nos dice que lo interno del
corazón no es más interno que una conciencia calculadora, sino que ambas
trabajan de forma mecánica, como objetos productibles. Seguimos recordando
nuestros antepasados.
Nosotros
vemos al mundo como un objeto, al que podemos manejar a nuestro antojo. Y eso
lo logramos solo con la fuerza de nuestro querer, cuando logramos nuestro
cometido la esencia del querer llega a la apariencia y al movimiento,
transformándose en un querer dispuesto. Pero este querer se ve frenado por la
muerte, ella nos lleva de donde no podemos regresar.
El
ser sigue siendo importante, es lo único que se supera a sí mismo, pero esta
superación es para volver a sí misma y a la esencia de su verdad. Esto nos da a
entender que el ser no está solo, que algo más forma parte de él, y así pasa el
ser a pensarse como un riesgo.
Heidegger
nos dice que el lenguaje es la casa del ser. Este jamás se limita a ser solo
signos, morfemas y lexemas, siempre hay una intención en cada una de las
palabras y solo podemos llegar al ente a partir del camino que se nos muestra a
través del lenguaje. Si nos ponemos a pensar desde el punto de vista del ser,
podríamos decir que lo que sucede es muy arriesgado, porque estos arriesgan al
propio ser, el lenguaje.
El
hombre vive de los negocios y del cambio, así ha sido siempre. Se autoimpone,
vive de lo que él quiere. Como ya se ha dicho anteriormente en el texto, el ser
humano ha comenzado a vivir de y para lo material, ya no vive para ser feliz y
no le toma el peso a sus acciones. Pero no olvidemos que muchos de esos hombres
arriesgados son los que han hecho grandes descubrimientos, inventos, etc. Se
hace una comparación entre los hombres y los rapsodas, su canto es tan sublime
que escapa a todo lo normal que existe en la tierra. No pretenden cambiar nada,
solo mostrarnos una percepción pura y completa de nuestro entorno. El canto es
la pertenencia total de la pura percepción.
Los
poetas cantan, porque invierten la separación frente a lo abierto, recordando
que no pueden ser salvados y que no son salvadores. Los poetas arriesgados se
reconocen en la esencia de su poesía, una esencia que se vuelve cuestionable,
porque se encuentra sobre lo que ellos quieren decir. Y estos poetas
arriesgados son nuestros poetas en tiempos de penuria.
[1]M.
Heidegger: WozuDichter en: ibid.: Holzwege, Frankfurt a.M. 1972, p. 48.
[2] (Cartas desde Muzot,
pp. 335 y s.).
[3]Descartes,
deseando encontrar la verdad, rechaza como falso todo aquello en que pudiera
imaginar la menor duda. Un día encontró la verdad, la existencia del yo
pensante: Cogito Ergo Sum, esto era irrefutable y lo aceptó como el primer
principio de su filosofía. El Cogito es el principio no solo de su metafísica,
sino también de la física; proporciona el criterio de verdad, que se presente
en forma directa e inmediata al espíritu.
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