Por Felipe Irigoyen
En
¿Y para qué poetas? Heidegger
reflexiona a partir de Pan y vino de Hölderlin. Como ya es más que
reconocido de este autor, sus reflexiones se centran en el ser. Se podría
pensar en Ser y tiempo, pero en esta
ocasión es una reflexión del ser ante el abismo, el peligro y el riesgo y de cómo
el poeta, a través del lenguaje, apunta a Dios, sigue el rastro abandonado; el
éter como una guía a la salvación.
Heidegger
inicia con una descripción sombría de su época. Las sombras de la noche cubren
el mundo. Las luces guías desaparecen. El abismo aparece como una ruptura en el
texto. Heidegger usa esta palabra literalmente. Un agujero sin fondo lleno de
oscuridad que infunde temor, a veces resignación. Esta oscuridad es el abandono
por parte de Dios o su muerte, pero ¿qué es dios? No importa la concepción que
tengamos, casi obligadamente, como si estuviera destinado, pensaríamos la misma
respuesta: un caos o el fin. Ese es el abismo, perdemos el rumbo, “el norte”
como podríamos decir coloquialmente. Pero Heidegger ve una esperanza. Dios dejó
un rastro: el éter. Se nos presenta este éter como una serie de pistas,
invisibles a los ojos comunes, que nos llevan a la respuesta necesaria. El éter
en la cultura griega fue un elemento más que componía el mundo, un quinto
elemento que componía el mundo junto al fuego, el agua, la tierra y el aire. El
elemento supralunar, el mundo superior al nuestro, sutil y ligero según Aristóteles. Entonces ¿Solo
alguien con un ojo sutil puede ver el éter? Como elemento frágil, el éter se
desvanece fácilmente, en la “medianoche” del mundo. Las pistas se pierden, el
ser entra en el abismo y cambiando el ser se transforma el ente. Se desata una
penuria.
Desde
este punto aparece Rilke en las reflexiones de Heidegger. En versos improvisados, el ser y el ente
toman fuerza. Se estableció el contexto de reflexión así que, obviamente, viene
el sujeto de acción. La naturaleza, gracias a Rilke, será una variante o más
bien la determinante del ser.
“Como
la naturaleza abandona a los seres al riesgo de su oscuro deseo sin proteger a
ninguno en particular en el surco y el ramaje” y “Solo que a nosotros, más aún
que la planta o el animal” son los versos que marcarán la línea que Heidegger
explicará. La naturaleza abandona, fácilmente podríamos decir, a su suerte a
los seres vivos. El riesgo es un concepto transversal a la vida. El ser se
forja, se moldea desde que se arriesga, también se puede entender que se
apuesta a sí mismo. Desde el ser se
obtiene el ente vivo y el ente es ente cuando su ser se forma, cuando posee una
esencia especifica. El riesgo, en Heidegger, mueve los hilos del mundo y los de
su teoría. Ese abismo que se mencionó es un riesgo en sí y Heidegger está en él.
Sin riesgo no hay ser, sin ser no hay ente. Sin ente no existe el ser ni nada
que arriesgar. El ente es un centro entre el ser y el abismo y que responde a
un centro de gravedad. El riesgo siempre está mediado, una balanza, que nos
guía a un centro, una fuerza de gravedad que cambia nuestra percepción. Si
reflexionamos, la gravedad llama a un centro, un punto en común, entonces, al
arriesgar nos colocamos en esa balanza y seremos “equilibrados” por la gravedad
¿Tendremos una vista predeterminada? ¿Tendremos una percepción mediada? Aparece
el concepto de lo abierto y las libertades. Si decimos que algo está abierto,
se puede suponer que estaba cerrado. El arriesgar cobra sentido: se nos abren
opciones, caminos y objetivos. El ser se abre también para liberarse, porque el
ser es realmente ilimitado y es la consciencia humana la que lo limita. El
ejemplo de las plantas y los animales que hace mención Heidegger a partir de
Rilke: dentro de sus consciencias, el animal tiene completamente abierto el
mundo, a su total disposición. Lo mismo ocurre con las plantas. La diferencia
con el hombre es que ellos, los animales y las plantas, como su ser está
completamente desarrollado, para no definirlos, su entidad logra su máximo. Los
animales y las plantas están en su completo desarrollo gracias a su libertad,
su consciencia alcanzó la frontera de su capacidad. El humano está dotado de
mayores aptitudes, es por ello que el hombre es más veces arriesgado que el
animal o la planta, aun no descubre su apertura total, están cerrados para él.
He aquí donde el ser debe finalmente ser y completar el ente del hombre, ser
realmente un ente.
Heidegger
también está consciente de la revolución tecnológica de su época. Las técnicas
y la industria, producciones a favor del dinero y el comercio son limitadores
del ser y de lograr entrar en “lo cerrado”. Como un dios, salvador, estas
técnicas son las salvadoras para la subsistencia en este abismo. Pero Heidegger
cuestiona esta situación, mencionando que una verdadera salvación aparece
cuando realmente se le necesita, caso contrario, sería un desastre. Como un
avance, fue un tiempo que la máquina si fue más que necesaria; si fue una
salvación, pero ahora esta consumiéndonos. Las cosas no tienen valor o
significado personal, es un simple objeto que no permite emoción. El ser no se
está arriesgando por lo que no se logra desarrollar y el ente entra en crisis.
Heidegger aquí menciona las voluntades del ser. Esta voluntad hace que el ser
redefina a partir del trabajo del ente. Pero esta voluntad aparece cuando se
arriesga y el riesgo nace de voluntad. Son dos opciones para crear un ser y un
ente, y son dos variables que no se dan por la salvación que nos ahoga.
El
hombre debe arriesgarse, es capaz de hacerlo, debe hacerlo constantemente y a
gran escala. El hombre es un desprotegido de la naturaleza, de la totalidad del
mundo y por ello no está limitado. El animal deja una enseñanza, arriesga
siempre y arriesga constantemente su vida. La muerte siempre será un factor de
temor, una dualidad que hace inseguro al hombre pero lo hace sentir seguro.
Ayuda a definir su ser. Heidegger especifica que la esencia del hombre es
arriesgarse y la presencia de la muerte puede suprimir esa esencia.
Cada
vez que se apuesta en la vida, es un soplo pequeño, un soplo sutil que permite
encontrarse con lo cerrado, intentar abrirlo para llegar a la libertad final,
sin obstáculos. Es el artista, específicamente en Heidegger, el poeta quien
hace ese soplo. Para Heidegger el lenguaje es esencial y es lo riesgo más extremo
que existe. Que el poeta lo use para decir lo que nadie dice, para cantar lo
que nadie canta convierte al poeta en un descubridor y un verdadero salvador.
Desde
el abismo; desde el fondo es el poeta quien logra reconocer esta noche que
cubre el mundo, reconocer sus penurias. Heidegger ve en Hölderlin al precursor
de los poetas en tiempo de penurias. Usa al lenguaje como denuncia de la caída en ese abismo, el abandono por parte
de Dios y el descubrimiento de la esencia del lenguaje. Con su mirada sutil y
sensible logra ver las pistas de Dios, ese flujo de éter que nos lleva a la
divinidad, invertir la distancia entre
lo cerrado para la nueva esencia y eliminar en alguna medida lo ya limitado,
transformar lo invisible o lo oculto en
algo visible, crea denuncia de una falsa salvación y nos enfrenta a un camino
de una verdadera salvación. Es un soplido. El trabajo del poeta es pequeño
comparado con otros en la época tecnológica, pero que abarca un campo amplio.
El poeta juega con el ser del lenguaje, arriesga al lenguaje y se arriesga a sí
mismo para completar su entidad, establecer su ser. El poeta es poeta por medio de su poesía, nos dice Heidegger ¿La
poesía gana su propia esencia? La poesía responde a la pregunta principal que
inició Heidegger “¿Para qué poetas?”, no es el autor.
Igual
Rilke logró ser un poeta en tiempos de penurias para Hölderlin. Pero la primera
poesía nunca es superada, nos dice, porque esa obra permanece a través del
tiempo aunque no logre ser entendida en su época. Es una extraña tendencia
incluso en la actualidad. Siempre es el poeta, el artista en una reflexión
personal, quien divisa el abismo pero, es la obra, una nueva esencia la que se arriesga;
la esencia naturalmente arriesgada del hombre y que dialoga con él. Forma un
ente que normalmente caerá nuevamente en el abismo, como predestinado ¿Será Dios
siempre el mismo? ¿Para qué poetas si no deberíamos caer nuevamente en lo
oscuro?
de puta madre, esto me ayuda caleta para la u, gracias
ResponderEliminarme sacó del pantano gracias!
ResponderEliminarmuy buen articulo,es muy interesante el uso de la poesia para abordar "la pregunta" por el ser del cual se vale Heidegger y que aposterior va a ser tambièn una manera de hacer y generar pensamiento .
ResponderEliminarQué bonito, gracias.
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