Blog creado especialmente para la publicación de textos escritos por alumnos en clases de Teoría Literaria I de Universidad de las Américas sede Santiago Centro durante el año 2013. Invito a los alumnos, independiente de su año de estudios o egreso y a cualquier persona que por "coincidencia" encuentre este blog, sentirse libres de opinar en este lugar del ciberespacio. Literatura es un campo amplio y ambiguo, por lo tanto, no existe opinión errada, solo algunas más acertadas que otras.

lunes, 20 de mayo de 2013

Voces de los vencidos


Por Óscar Gómez
“El Toqui, el Toqui, clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo:“Basta”,
e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.
Rubén Darío


Éste soneto de Rubén Darío encierra la historia de la conquista de Chile, y en algunos casos no se aleja de la masacre que vivieron muchos aborígenes de América Latina1. Es la historia de los Mapuches o araucanos (como le llamaban los españoles a ésta tribu de Chile). En éste se describe los hechos más importantes.
 Los Mapuches tenían que hacer algo para poder defender a su pueblo y detener a los invasores. Cuenta Alonso de Arcilla 2, que después de la resistencia de Galvarino, los Mapuches planearon su venganza en una reunión de caciques y eligieron a Caupolicán por ser el hombre más fuerte. El concurso consistía en cargar un tronco de árbol de mucho peso. Aquél que soportara más tiempo con éste tronco en los hombros sería el ganador, en otras palabras, el líder de la tribu.
Caupolicán fue traicionado por uno de sus compañeros y torturado a muerte por los españoles. Hoy es recordado y valorado por su pueblo y es símbolo de fortaleza para muchas personas. Es por esto, que Darío rescata desde su origen al héroe que representa la resistencia araucana, es más que todo un tributo a la América primitiva, al araucano silvestre y autóctono en manos de la sutileza que sólo éste artista puede dar. En el poema destacan las referencias clásicas, tomadas y traídas a la moda por el conocido “Modernismo”; un movimiento cultural en que Darío está inmerso3.
Darío nos deja un gran mensaje en el que todos podemos ser los protagonistas. Por ejemplo, nos vemos reflejados cuando enfrentamos los problemas y triunfamos. También es sinónimo de la mujer valiente que no tiene miedo de enfrentarse a los problemas sociales.
Un símbolo del poema es el tronco; que se asimila al poder y a los problemas que cargamos. En éste sentido se asemeja a uno de los planteamientos de Marx, cuando consideraba que la cultura no era algo independiente, sino algo inseparable de las condiciones históricas, en las que, determinadas por una ideología dominante los seres humanos desarrollan su vida social. Desde mi punto de vista se refiere al sometimiento social, a la ley imponente, al opresor, a la injusticia, en fin a las diversas cosas que de alguna y otra manera nos agobian y nos envuelven en su propio núcleo, y así adoptamos un modelo de vida propio, de acuerdo a nuestros propios intereses, pero desconforme del sistema dominante.
La obra de Rubén Darío “refleja” una echo real de nuestra historia, no sólo relacionada con el entorno superficial, sino que también con la naturaleza humana. George Lucaks (Die theorie de Romans, 1920), en su teoría del reflejo, desde el punto de vista de la Hermenéutica de H.G. Gadamer (1960), dice que todo proceso de conocimiento y comprensión es el resultado de una interacción con discursos y hechos del pasado histórico, esto quiere decir que toda lectura supone siempre algún diálogo con la tradición (estética de la recepción). Esta teoría va dirigida al sentido que le damos al texto, en este caso a la obra literaria, ya que el resultado siempre dependerá del contexto y las circunstancias en que se situé la intención del lector.
Por otra parte si nos enfocamos en el sentido del poema y nos introducimos en la historia, a la verdadera historia, en aquel momento, destacaríamos el motivo y el coraje que tuvo Caupolicán para pelear por su pueblo. Y esto lo interpretamos quizás como el valor en manos de la razón como diría Heidegger, o tomado desde el punto de vista actual, tal vez cada uno se sentiría identificado con el poema, es por esto que Darío pone de manifiesto las características de Caupolicán como héroe y único ser capaz de representar y asumir el problema que estaba viviendo su pueblo bajo la amenaza española, lo plasma en su poema como algo que sobrepasa en cierto sentido a la historia, permanece en el tiempo y en el recuerdo de los que se identifican con el texto.
Darío categoriza a Caupolicán, lo sitúa en el plano de un ser natural, un ser histórico, alguien existencial cuando se trata de compararlo o caracterizarlo como algo extraordinario (Heidegger)4. Un algo que existió y existirá siempre, que no es invención, sino un hecho concreto. Como diría Heidegger, es algo referente a la presencia plena, el hecho mismo de estar ahí (haber estado ahí), lo vivido. Tiene que ver con ese algo único y todos tenemos una forma diferente que nos separa del resto (esencia), la identidad, que es algo que no se puede cambiar. Ese algo que sobrepasa nuestra experiencia personal, pero sin embargo nos identifica. Es estar familiarizado con todo aquello que nos pasa, lo que nos rodea, las situaciones, etc. ( ser- en, Heidegger), pero hay algo cotidiano en todo esto que nos une y nos familiariza con los demás y en donde perdemos la capacidad de ser únicos.
Todo lenguaje poético, tanto en este sentido amplio como en el más estricto de lo poético, es en el fondo un pensar. La existencia poética del pensar guarda el reino de la verdad del ser. Heidegger.
Quizás podríamos comparar ésta frase de Heidegger con Rubén Darío, cuya poesía forma perfectamente todas las características del Modernismo. En su formalidad y ritmo, en todos sus temas tratados y también en lo exótico y mitológico de Caupolicán, integrado en su mundo interior arrebatado y desgarrado. Poesía que llama la atención por la versalidad frívola, intrascendente, patriótica, grave y angustiada que sólo Darío podía crear. Fue el fundador del modernismo y lo peculiar de este movimiento, es que se dio solamente en América Latina. Para saber la realidad que está presente en todos los andares de ahora, y entender lo que somos, de donde venimos, qué podemos ser y adónde vamos. Conocer nuestro mundo en donde abundan desde hace siglos extraños poderosos e inocentes sometidos jugando a villanos incomprendidos, héroes de alguna forma, la clase de héroe que queremos y que nos ocultan las identidades sospechosas.
A sí lo reconocen los documentos históricos, como decía anteriormente, nos llaman “países en vías de desarrollo”, pero un desarrollo de su propia destrucción, ya que cada día son creadores de miedos y pobreza, las personas al servicio de las cosas, y no al revés como podría ser.
Como siempre, sin embargo, los ajenos se adueñan de lo ajeno, consumen nuestras riquezas, empobrecen nuestra pobreza, y el resultado nos hace preguntarnos, quién es el dueño de nuestro estado. Todo este proceso termina sumergido en el chantaje de nuestro amigo forastero, los supuestos mercaderes y algunos infortunados ignorantes compatriotas.
Frágil es nuestra delgada franja de tierra, que aún llora su pérdida, y aún sigue luchando desde sus entrañas en vísperas de alcanzar el paraíso perdido que alguna vez fue para  Ercilla y tantos otros. Estamos sumidos en días grises y malas noticias. Asesinatos, destierros, convertidos en una película cotidiana, algo que queda archivado en los corazones de aquellos que soportaron el dolor y coraje de Caupolicán, hasta nuestros días.
Aunque sonrían los grandes personajes, reyes y emperadores, igual se engaña a la gente. Es la bendita organización en retroceso, cuando crece la historia, se sacrifica con bienes y ganancias de otras y se desarrolla la injusticia social. A lo largo de nuestro proceso histórico, los dueños del poder nos regalaron sobras de todo, falta de imaginación cultural y virtud propia en idear técnicas de exterminio de esos pobres habitantes y su vasta trayectoria. Como si no bastara con sus brutalidades nos regalaron también, pestes y enfermedades y todo eso convirtió a nuestro ser interior en su principal enemigo. Hasta ahora nuestra ira e impotencia se esconde en nuestra apariencia, así vivimos en un disfraz represivo en el que solo cabe respirar, porque todo lo que parece exigir un bien, se vuelve en algo parecido al delito.
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1  Miguel León- Portilla; El reverso de la Conquista. Relaciones Aztecas, Mayas e Incas, México, 1964.
La araucana, estudio preliminar y edición de Isaías Lemer.
www.lospoetas.cl
Ser y tiempo de Heidegger- Universidad industrial de Santander (2011).

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